Fuente: DW.
Los atentados terroristas de París fueron sin ninguna duda espantosos. Francia sufrió el pasado viernes los peores atentados desde la II Guerra Mundial. Y el autor está claramente identificado: la milicia terrorista “Estado Islámico” (EI) y sus cómplices en Francia y otros países occidentales.
Pero, ¿se halla por eso Francia en guerra, como dice François Hollande, su presidente?. Luego de un momento de luto y silencio, Hollande ordenó bombardear posiciones del EI en Siria.
A los socios de la OTAN aún no ha solicitado apoyo militar. Pero Jean-Yves Le Drian, el ministro de Defensa francés, invocó por primera vez en la historia de la UE el artículo 42.7 del Tratado de la UE y pide a los demás países miembros “toda la ayuda y el apoyo posibles”, debido a “un ataque al territorio soberano” de Francia. Ese paso no fue dado ni por el Gobierno de España luego de los atentados de Madrid en 2004, con casi 200 muertos, ni por el de Gran Bretaña luego de los atentados de Londres en 2005.
El artículo 42.7 se corresponde a nivel de la UE aproximadamente con el artículo 5 del Pacto de la OTAN. Dice que "si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas".
La medida en el caso actual de Francia es excesiva, inapropiada y contraproducente. Pues Francia hace justamente lo que el EI quiere: entra mentalmente en un conflicto que para el EI es una guerra entre culturas. Para los islamistas será ahora más fácil reclutar acólitos.
Que el EI pueda ser derrotado militarmente en Siria es dudoso, pero no imposible. Pero está claro que una “guerra” contra islamistas militantes en las democracias liberales europeas no puede ganarse. A ello se agrega que la retórica bélica fortalecerá la idea de que todo musulmán es un potencial atacante.
El gran problema para los socios europeos es que prácticamente no pueden negarle la ayuda a Francia. Se vería poco solidario. Por eso, unánimemente dijeron que sí. El apoyo a Francia puede adquirir diferentes formas y no tiene por qué ser militar. Pero Le Drian ya ha dicho que piensa en misiones militares europeas en Siria, Irak y África. Eso hará aumentar la presión sobre Alemania y otros países reticentes a participar en acciones militares.
La razón de la sobrerreacción de Hollande no es en primer lugar el temor al terrorismo islamista, sino el miedo al Frente Nacional, de extrema derecha, en la propia Francia, poco antes de las elecciones regionales en el país. Un presidente poco popular y considerado hasta ahora débil juega a ser el “hombre fuerte” para impedir que la derecha adquiera más impulso del que ya tiene.
Pero ese cálculo está equivocado. Un presidente fuerte debería decirle al pueblo que Francia no dejará quitarse por nada ni nadie ni su estilo de vida ni sus libertades. En lugar de hablar de guerra, debería irradiar una calma estoica. Muchos franceses lo practican ya ahora. Intentan, en medio de sus temores, vivir la normalidad, justamente en sus relaciones con los musulmanes. Ese es el mensaje correcto.
Luego de los atentados terroristas de París, el Gobierno invocó por primera vez en la historia el artículo 42.7 de defensa colectiva de la UE. Es absolutamente exagerado, opina Christoph Hasselbach.
Los atentados terroristas de París fueron sin ninguna duda espantosos. Francia sufrió el pasado viernes los peores atentados desde la II Guerra Mundial. Y el autor está claramente identificado: la milicia terrorista “Estado Islámico” (EI) y sus cómplices en Francia y otros países occidentales.
Pero, ¿se halla por eso Francia en guerra, como dice François Hollande, su presidente?. Luego de un momento de luto y silencio, Hollande ordenó bombardear posiciones del EI en Siria.
A los socios de la OTAN aún no ha solicitado apoyo militar. Pero Jean-Yves Le Drian, el ministro de Defensa francés, invocó por primera vez en la historia de la UE el artículo 42.7 del Tratado de la UE y pide a los demás países miembros “toda la ayuda y el apoyo posibles”, debido a “un ataque al territorio soberano” de Francia. Ese paso no fue dado ni por el Gobierno de España luego de los atentados de Madrid en 2004, con casi 200 muertos, ni por el de Gran Bretaña luego de los atentados de Londres en 2005.
El artículo 42.7 se corresponde a nivel de la UE aproximadamente con el artículo 5 del Pacto de la OTAN. Dice que "si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas".
La medida en el caso actual de Francia es excesiva, inapropiada y contraproducente. Pues Francia hace justamente lo que el EI quiere: entra mentalmente en un conflicto que para el EI es una guerra entre culturas. Para los islamistas será ahora más fácil reclutar acólitos.
Que el EI pueda ser derrotado militarmente en Siria es dudoso, pero no imposible. Pero está claro que una “guerra” contra islamistas militantes en las democracias liberales europeas no puede ganarse. A ello se agrega que la retórica bélica fortalecerá la idea de que todo musulmán es un potencial atacante.
El gran problema para los socios europeos es que prácticamente no pueden negarle la ayuda a Francia. Se vería poco solidario. Por eso, unánimemente dijeron que sí. El apoyo a Francia puede adquirir diferentes formas y no tiene por qué ser militar. Pero Le Drian ya ha dicho que piensa en misiones militares europeas en Siria, Irak y África. Eso hará aumentar la presión sobre Alemania y otros países reticentes a participar en acciones militares.
La razón de la sobrerreacción de Hollande no es en primer lugar el temor al terrorismo islamista, sino el miedo al Frente Nacional, de extrema derecha, en la propia Francia, poco antes de las elecciones regionales en el país. Un presidente poco popular y considerado hasta ahora débil juega a ser el “hombre fuerte” para impedir que la derecha adquiera más impulso del que ya tiene.
Pero ese cálculo está equivocado. Un presidente fuerte debería decirle al pueblo que Francia no dejará quitarse por nada ni nadie ni su estilo de vida ni sus libertades. En lugar de hablar de guerra, debería irradiar una calma estoica. Muchos franceses lo practican ya ahora. Intentan, en medio de sus temores, vivir la normalidad, justamente en sus relaciones con los musulmanes. Ese es el mensaje correcto.
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