Fuente: Vice. Por: Dimitris Michalakis
Grecia ha vivido un revival de La Gran Depresión estadounidense de los años 30. La crisis económica ha provocado una reestructuración de las condiciones de la producción y el consumo, así como el tejido social.
Esta selección de fotos fue publicada originalmente en abril del 2014.
El fotógrafo Dimitris Michalakis seleccionó 40 fotografías que tomó durante estos últimos años. La serie representa el impacto social de la austeridad en Grecia y sirve para retratar casi media década dominada por titulares sobre "polaridad social", "deuda" y "crisis económica".
Muchas manifestaciones han provocado conflictos violentos. Como resultado se han producido grandes desperfectos en edificios de gran valor histórico y arquitectónico.
La mayoría de los ciudadanos se oponen a las medidas de austeridad y continúan manifestándose en Atenas y otras ciudades. La brutalidad policial y el uso de gas lacrimógeno provoca problemas de salud y una atmósfera claustrofóbica.
El gobierno griego se enfrenta al descontento ciudadano aumentando las fuerzas policiales. Los días de manifestación, miles de policías llenan las calles de Atenas y la capital se convierte en una zona de guerra. Esto es un poco irónico, ya que los salarios de los agentes también se han reducido muchísimo en los últimos años.
Muchas protestas terminan en enfrentamientos violentos con la policía. Fuego y gas lacrimógeno llenan las calles de la ciudad, y muchos de los edificios de gran valor histórico y arquitectónico reciben la peor parte.
Los suicidios han aumentado de forma espectacular. Más de tres mil personas han muerto o han intentado suicidarse en los últimos cuatro años.
La crisis económica ha golpeado duramente a la clase media.
Desde 2012, los ataques de carácter racista contra la comunidad rumana han ido en aumento. En agosto de 2012, en la región de Aetoliko, un grupo de 80 personas encabezadas por los líderes de Amanecer Dorado prendieron fuego a unas casas gitanas. María y su familia fueron víctimas del ataque.
Los inmigrantes trabajan bajo condiciones inhumanas. Su salario oscila entre los ocho y doce euros por recolectar naranjas. Muchas veces ni siquiera les pagan y simplemente los deportan.
En Atenas hay 25 mil vagabundos.
George es agricultor y tiene tres hijos. Trabaja entre 12 y 15 horas al día y su salario ha disminuido 70 por ciento en los últimos cuatro años.
Stamatia está desempleada. A veces realiza trabajos de limpieza, pero mayormente vive de la limosna de sus vecinos. Su marido tampoco tiene trabajo.
La generación de mi padre (1964) es la última que disfrutó de asistencia médica en Grecia.
Persianas que son paredes y cartones que se convierten en un sofá: esta es la casa de Niko.
Las familias griegas han tenido que reducir el dinero que gastan en ropa. Muchos griegos no tuvieron ni un día de vacaciones en 2013.
En enero de 2014, los pequeños y medianos agricultores se manifestaron por los nuevos recortes.
Cuando los inmigrantes trabajan en el campo, la policía hace la vista gorda. Pero cuando la cosecha ha terminado tienen que vivir en el bosque escondiéndose de la policía.
Los carritos son habituales en Grecia. La gente los usa para recoger chatarra y basura en general.
Costas tiene 57 años, le falta una pierna y duerme en un coche. Durante el día recoge chatarra.
Las únicas empresas que prosperan son las casas de empeño. Los controles han demostrado que la mayoría no cumplen con los requisitos legales y hay sospechas de que también realizan lavado de dinero. Los ciudadanos más desesperados van a esas tiendas para empeñar joyas, recuerdos familiares e incluso dientes de oro.
En un reciente estudio sobre los efectos de la austeridad en la salud mental, el 12 por ciento de los griegos mostraron signos de sufrir depresión clínica.
El 13.1 por ciento de los estudiantes griegos dejan la escuela para buscar trabajo para ayudar a sus familias. Al mismo tiempo, dos tercios de los jóvenes griegos no tienen trabajo y se habla de una Generación Perdida, ya que este es el sexto año consecutivo de recesión.
Hay aproximadamente unos cien mil consumidores de heroína, mientras que en 1980 sólo había dos mil. El 58.9 por ciento de los consumidores no tiene empleo.
La prostitución ha crecido de forma espectacular. Datos del CNIC (Centro Nacional para la Investigación Social) indican un crecimiento del mil 500 por ciento hasta principios de 2012.
Atenas ofrece dos mil raciones de comida para la comida y dos mil raciones para la cena a las personas sin hogar y sin ingresos.
El barrio de Perama se encuentra en el lado oeste de la ciudad. Hace cincuenta años, la gente de esta zona vivían en cabañas de madera. En algún momento, los ciudadanos recibieron hipotecas que ahora tienen que pagar.
Los pensionados han visto cómo sus pensiones se reducían drásticamente y cómo sus ahorros se evaporaban. La mayoría viven en la absoluta pobreza y no pueden pagar el alquiler ni pagar sus recibos.
El 27 por ciento de las familias no pueden cubrir las necesidades básicas.
Hellenic Halyvourgia, una de las mayores industrias griegas, ha utilizado la crisis financiera para obligar a los trabajadores a firmar nuevos contratos, reducir los salarios y llevar a cabo despidos.
En el astillero de Scaramanga trabajaban seis mil personas. El astillero cerró en octubre de 2013, poniendo de patitas en la calle a los mil trabajadores que quedaban.
Los trabajadores de los astilleros que están en paro pasan el tiempo pescando en la zona de Thriasion.
En el noreste de Chalikidiki, el sistema de suministro de agua no se puede utilizar debido a la alta concentración de arsénico.
Enfermedades que fueron tratadas y eliminadas hace décadas en el mundo Occidental, reaparecieron en Grecia en 2012. En Evros y Scala se han registrado casos de malaria. Este es el resultado de reducir el dinero invertido en pesticidas para luchar contra insectos.
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