Fuente: National Geographic.
Una sonda espacial lanzada en 1995 por la NASA y la ESA sigue en funcionamiento revelando aspectos poco conocidos del astro rey.
Fue lanzada al espacio el 2 de diciembre de 1995 y aun sigue “allí a fuera”, situado en un punto –denominado Lagrange L1– entre la Tierra y este gran astro que ha propiciado la vida en nuestro planeta. La sonda espacial tiene un punto de vista privilegiado desde el que puede observar de forma continua, sin interferencias, lo que sucede tanto en la superficie solar como en su interior. Este mes SOHO (Solar and Heliospheric Observatory, por sus siglas en inglés) ha cumplido diez años de misión, mucho más de lo que se esperaba cuando fue puesta en órbita conjuntamente por la ESA y la NASA; de hecho se planeó como una misión de dos años, pero ahí sigue, operativa, con algún pequeño contratiempo (uno de los motores que reorientan la antena hacia la Tierra para realizar la transmisión de datos provoca un bloqueo temporal cada dos o tres meses) pero al pie del cañón realizando la misión que le fue encomendada. Luis Sánchez, que hasta 2012 fue coordinador de datos científicos de SOHO y hoy es jefe de desarrollo para operaciones de ciencia del próximo Solar Orbiter, (un satélite de observación del Sol todavía en desarrollo y cuyo lanzamiento está previsto para 2017), afirma que “el conocimiento de detalles de la estructura interior del Sol es muy importante porque es nuestra estrella de referencia. Todos los modelos que tenemos de evolución estelar tienen que ser referidos al Sol. A través de técnicas de heliosismología (parecidas a las de la sismología en la Tierra), se han podido medir las condiciones físicas de temperatura, densidad, presión, y también condiciones dinámicas –por ejemplo, cómo gira el Sol en su interior–, que permiten afinar muchísimo los modelos”.
Entre otras cosas, explica, ahora entendemos mejor ciertos fenómenos de la atmósfera solar, desde la fotosfera hasta la corona (la parte más externa de la atmósfera solar y que está a una temperatura mucho mayor que la fotosfera), así como determinados procesos energéticos dirigidos por el campo magnético del Sol: fenómenos activos, bucles que se recombinan, explosiones llamadas fulguraciones, y mecanismos de calentamiento de la corona.
Durante este decenio SOHO ha aportado también novedosa información sobre la dinámica del viento solar. Ha descubierto olas en la corona, tsunamis solares y terremotos, y se ha convertido, de forma inesperada, en un auténtico cazador de cometas: el SOHO ha descubierto ya unos 3.000. Se trata de los llamados sungrazers, que en realidad son detectados por aficionados de todo el mundo (a través del Proyecto abierto Sungrazer de la NASA), que se dedican a escudriñar meticulosamente cada una de las imágenes tomadas por la sonda. Ciudadanos al servicio de la ciencia espacial… súbditos del astro Rey.
Una sonda espacial lanzada en 1995 por la NASA y la ESA sigue en funcionamiento revelando aspectos poco conocidos del astro rey.
Fue lanzada al espacio el 2 de diciembre de 1995 y aun sigue “allí a fuera”, situado en un punto –denominado Lagrange L1– entre la Tierra y este gran astro que ha propiciado la vida en nuestro planeta. La sonda espacial tiene un punto de vista privilegiado desde el que puede observar de forma continua, sin interferencias, lo que sucede tanto en la superficie solar como en su interior. Este mes SOHO (Solar and Heliospheric Observatory, por sus siglas en inglés) ha cumplido diez años de misión, mucho más de lo que se esperaba cuando fue puesta en órbita conjuntamente por la ESA y la NASA; de hecho se planeó como una misión de dos años, pero ahí sigue, operativa, con algún pequeño contratiempo (uno de los motores que reorientan la antena hacia la Tierra para realizar la transmisión de datos provoca un bloqueo temporal cada dos o tres meses) pero al pie del cañón realizando la misión que le fue encomendada. Luis Sánchez, que hasta 2012 fue coordinador de datos científicos de SOHO y hoy es jefe de desarrollo para operaciones de ciencia del próximo Solar Orbiter, (un satélite de observación del Sol todavía en desarrollo y cuyo lanzamiento está previsto para 2017), afirma que “el conocimiento de detalles de la estructura interior del Sol es muy importante porque es nuestra estrella de referencia. Todos los modelos que tenemos de evolución estelar tienen que ser referidos al Sol. A través de técnicas de heliosismología (parecidas a las de la sismología en la Tierra), se han podido medir las condiciones físicas de temperatura, densidad, presión, y también condiciones dinámicas –por ejemplo, cómo gira el Sol en su interior–, que permiten afinar muchísimo los modelos”.
Entre otras cosas, explica, ahora entendemos mejor ciertos fenómenos de la atmósfera solar, desde la fotosfera hasta la corona (la parte más externa de la atmósfera solar y que está a una temperatura mucho mayor que la fotosfera), así como determinados procesos energéticos dirigidos por el campo magnético del Sol: fenómenos activos, bucles que se recombinan, explosiones llamadas fulguraciones, y mecanismos de calentamiento de la corona.
Durante este decenio SOHO ha aportado también novedosa información sobre la dinámica del viento solar. Ha descubierto olas en la corona, tsunamis solares y terremotos, y se ha convertido, de forma inesperada, en un auténtico cazador de cometas: el SOHO ha descubierto ya unos 3.000. Se trata de los llamados sungrazers, que en realidad son detectados por aficionados de todo el mundo (a través del Proyecto abierto Sungrazer de la NASA), que se dedican a escudriñar meticulosamente cada una de las imágenes tomadas por la sonda. Ciudadanos al servicio de la ciencia espacial… súbditos del astro Rey.
Comentarios
Publicar un comentario