Fuente: Telam.
Son varias las causas para que ello así ocurriera. Es que mientras grandes petroleras estatales como Saudi Aramco (de Arabia Saudita) extraen a precios menores, otras grandes compañías públicas, como Petrobras (Brasil) y varias privadas, buscasen alternativas mucho más costosas como la presal, en el gigante suramericano, en el Océano Ártico y hasta el Reino Unido hiciese exploraciones en las aguas que rodean las Islas Malvinas.
Todo ello tenía una sencilla explicación, basada en la acelerada demanda de grandes países asiáticos en rápido crecimiento como eran los casos de China e India que en 2014 alcanzaron un crecimiento de su producto interno bruto (PIB), medido por poder de compra (PPP), en términos equivalentes del 7,3 por ciento respecto del año anterior para llegar a 13 billones de dólares estadounidenses y a 7,4 billones, respectivamente.
La propia Central de Inteligencia Americana (CIA) convalida esos valores que ubican a China en el segundo lugar del mundo detrás sólo de los Estados Unidos de América con 17,3 billones pero con un crecimiento de sólo el 2,4%, mientras que la India había avanzado al tercero con 7,4 billones y 7,3%, cómodamente por delante de Alemania (3,7 billones y el 1,6%), Rusia (3,6 billones y 0,6%) y hasta del Japón (4,7 billones y el 0,1%).
Pero en el caso de China ese enorme crecimiento se ha desacelerado y las estimaciones de una cada vez mayor demanda por parte de ese gigante se han deprimido al tiempo que apareció un nuevo importante productor en el mercado mundial como es el caso de los EUA que a través de sus exploraciones de esquisto (shale) ha llegado a representar el 5% del total de la producción global, achicando fuertemente las compras de ese país.
A lo largo de 2015 la producción mundial total alcanzó a un promedio de 96,3 millones de barriles diarios, 1,8 millones más de los 94,5 mbd que se consumieron en el conjunto del planeta, lo que fue generando un enorme almacenamiento que prácticamente ya ha colmado todas las posibilidades de seguir haciéndolo en los depósitos preexistentes de manera que se ha agigantado la necesidad de grandes súper petroleros.
Entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) existen diversas apreciaciones sobre los rumbos a seguir, pero en noviembre de 2014, en una cumbre del organismo, el gobierno de Arabia Saudita logró imponer a sus socios el criterio de mantener la producción a los efectos de evitar que se sumaran al negocio los EUA y otros eventuales productores de esquisto, como la Argentina y hasta China.
Algunos productores tradicionales abastecedores del mercado mundial, como Rusia, principal proveedor de Europa, y Venezuela, cuyo petróleo tiene como principal cliente a los EUA, y hasta el Brasil, que alcanzó el autoabastecimiento con sus hallazgos de la presal, muestran ahora grandes desequilibrios en sus economías ya que para sostener el negocio se apeló, en los tres casos, a fuertes devaluaciones, en particular en Venezuela.
La fuerte depreciación del petróleo también afecta a otros productores como Nigeria, cuya economía está centrada en los hidrocarburos; Argelia, o Ecuador, que no puede devaluar desde, que por recomendación del argentino Domingo Felipe Cavallo, dolarizara sus finanzas.
Mientras apareció un proveedor clandestino, como el del terrorista Estado Islámico (EL) que se aprovecha de reservas sirias. El embate saudita contra el esquisto tuvo un logro relativo logrando en 2015 disminuir la producción petrolera estadounidense en 400.000 barriles diarios pero eso es insuficiente.
Esa misma política de la OPEP ya había fracasado 30 años atrás, en la década de los 1980 cuando intentó impedir la explotación de crudo en el Mar del Norte, la que prosiguió y permitió a Noruega convertirse en abastecedora de Europa, aunque no al nivel de Rusia.
En el caso ruso, amén de la inflación, se ha verificado en 2015 una caída del salario real del orden del 9,2%, las ventas minoristas se deprimieron en un 13,2% y los gastos estatales se reducirán en este 2016 en un 10%, de acuerdo con el anuncio formulado por el presidente de ese país, Vladímir Putin.
El presupuesto de la Federación Rusa había sido elaborado sobre la base de un precio del barril de petróleo del orden de los u$s 50.
El mercado mundial plantea perspectivas contradictorias. La política saudita, acompañada ahora por su enemigos iraníes tras el acuerdo con los EUA, no parece tener éxito a largo plazo, aunque haya frenado inversiones como las del Brasil en la presal y en la producción de esquisto. Sobre ella se ciernen varias amenazas, en particular la del Gas Natural Licuado (GNL), energías no convencionales y hasta un impensado revival del carbón.
Son varias las causas para que ello así ocurriera. Es que mientras grandes petroleras estatales como Saudi Aramco (de Arabia Saudita) extraen a precios menores, otras grandes compañías públicas, como Petrobras (Brasil) y varias privadas, buscasen alternativas mucho más costosas como la presal, en el gigante suramericano, en el Océano Ártico y hasta el Reino Unido hiciese exploraciones en las aguas que rodean las Islas Malvinas.
Todo ello tenía una sencilla explicación, basada en la acelerada demanda de grandes países asiáticos en rápido crecimiento como eran los casos de China e India que en 2014 alcanzaron un crecimiento de su producto interno bruto (PIB), medido por poder de compra (PPP), en términos equivalentes del 7,3 por ciento respecto del año anterior para llegar a 13 billones de dólares estadounidenses y a 7,4 billones, respectivamente.
La propia Central de Inteligencia Americana (CIA) convalida esos valores que ubican a China en el segundo lugar del mundo detrás sólo de los Estados Unidos de América con 17,3 billones pero con un crecimiento de sólo el 2,4%, mientras que la India había avanzado al tercero con 7,4 billones y 7,3%, cómodamente por delante de Alemania (3,7 billones y el 1,6%), Rusia (3,6 billones y 0,6%) y hasta del Japón (4,7 billones y el 0,1%).
Pero en el caso de China ese enorme crecimiento se ha desacelerado y las estimaciones de una cada vez mayor demanda por parte de ese gigante se han deprimido al tiempo que apareció un nuevo importante productor en el mercado mundial como es el caso de los EUA que a través de sus exploraciones de esquisto (shale) ha llegado a representar el 5% del total de la producción global, achicando fuertemente las compras de ese país.
A lo largo de 2015 la producción mundial total alcanzó a un promedio de 96,3 millones de barriles diarios, 1,8 millones más de los 94,5 mbd que se consumieron en el conjunto del planeta, lo que fue generando un enorme almacenamiento que prácticamente ya ha colmado todas las posibilidades de seguir haciéndolo en los depósitos preexistentes de manera que se ha agigantado la necesidad de grandes súper petroleros.
Entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) existen diversas apreciaciones sobre los rumbos a seguir, pero en noviembre de 2014, en una cumbre del organismo, el gobierno de Arabia Saudita logró imponer a sus socios el criterio de mantener la producción a los efectos de evitar que se sumaran al negocio los EUA y otros eventuales productores de esquisto, como la Argentina y hasta China.
Algunos productores tradicionales abastecedores del mercado mundial, como Rusia, principal proveedor de Europa, y Venezuela, cuyo petróleo tiene como principal cliente a los EUA, y hasta el Brasil, que alcanzó el autoabastecimiento con sus hallazgos de la presal, muestran ahora grandes desequilibrios en sus economías ya que para sostener el negocio se apeló, en los tres casos, a fuertes devaluaciones, en particular en Venezuela.
La fuerte depreciación del petróleo también afecta a otros productores como Nigeria, cuya economía está centrada en los hidrocarburos; Argelia, o Ecuador, que no puede devaluar desde, que por recomendación del argentino Domingo Felipe Cavallo, dolarizara sus finanzas.
Mientras apareció un proveedor clandestino, como el del terrorista Estado Islámico (EL) que se aprovecha de reservas sirias. El embate saudita contra el esquisto tuvo un logro relativo logrando en 2015 disminuir la producción petrolera estadounidense en 400.000 barriles diarios pero eso es insuficiente.
Esa misma política de la OPEP ya había fracasado 30 años atrás, en la década de los 1980 cuando intentó impedir la explotación de crudo en el Mar del Norte, la que prosiguió y permitió a Noruega convertirse en abastecedora de Europa, aunque no al nivel de Rusia.
En el caso ruso, amén de la inflación, se ha verificado en 2015 una caída del salario real del orden del 9,2%, las ventas minoristas se deprimieron en un 13,2% y los gastos estatales se reducirán en este 2016 en un 10%, de acuerdo con el anuncio formulado por el presidente de ese país, Vladímir Putin.
El presupuesto de la Federación Rusa había sido elaborado sobre la base de un precio del barril de petróleo del orden de los u$s 50.
El mercado mundial plantea perspectivas contradictorias. La política saudita, acompañada ahora por su enemigos iraníes tras el acuerdo con los EUA, no parece tener éxito a largo plazo, aunque haya frenado inversiones como las del Brasil en la presal y en la producción de esquisto. Sobre ella se ciernen varias amenazas, en particular la del Gas Natural Licuado (GNL), energías no convencionales y hasta un impensado revival del carbón.
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