TEGUCIGALPA (Reuters) - El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, dijo el lunes que su estrategia militar logró que el empobrecido país centroamericano dejara de ser el más violento en el planeta en 2015, cuando lanzó el ejército a las calles para combatir a los pandilleros y los carteles del narcotráfico.
Hernández dijo que la tasa de homicidios bajó en unos 20 asesinatos por cada 100.000 habitantes desde que asumió el poder en enero de 2014, con la promesa de mano dura contra el crimen en el inestable país.
"Honduras dejó de ser el país más violento en la faz de la tierra, quebramos la tendencia", dijo el mandatario en la presentación de su informe anual de labores ante el Congreso.
"Con los esfuerzos de seguridad hemos salvado más de 3.000 vidas de los hondureños (...) y en dos años se ha reducido en un 70 por ciento el paso de la droga por el territorio hondureño", agregó en su discurso.
Según cifras preliminares del Ministerio de Seguridad, los homicidios habrían bajado el año pasado hasta 56,7 por cada 100.000 habitantes desde los 75,1 de 2013 y los 67,5 de 2014.
El Observatorio de la Violencia, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, había reportado en 2014 una reducción a 68 homicidios por cada 100.000 habitantes respecto a los 79 de 2013. El ente todavía no ha publicado cifras de 2015.
Desde que asumió el poder en enero de 2014, Hernández delegó en los militares la inteligencia policial y las operaciones antinarcóticos, al tiempo que desplegó en las calles una policía militar de orden público para patrullar las hostiles barriadas hondureñas dominadas por las pandillas.
La estrategia repercutió en el notable descenso de las cifras criminales, que en 2012 habían llevado a Honduras al podio de los países más violentos con una tasa de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes, y se ha convertido en un elemento clave en la aprobación del mandatario.
Sin embargo, la militarización también ha levantado críticas de activistas de derechos humanos, que denuncian asesinatos, torturas y detenciones ilegales por parte de los uniformados asignados a la protección ciudadana.
El Salvador, que desplazó a Honduras en el triste primer puesto de los países más peligrosos del mundo, también está incorporando a militares en la seguridad pública ante la oleada de violencia que llevó la tasa de homicidios el año pasado a un récord de 103 por cada 100.000 habitantes.
(Escrito por Enrique Andrés Pretel; Editado por Ana Isabel Martínez y Javier López de Lérida)
Hernández dijo que la tasa de homicidios bajó en unos 20 asesinatos por cada 100.000 habitantes desde que asumió el poder en enero de 2014, con la promesa de mano dura contra el crimen en el inestable país.
"Honduras dejó de ser el país más violento en la faz de la tierra, quebramos la tendencia", dijo el mandatario en la presentación de su informe anual de labores ante el Congreso.
"Con los esfuerzos de seguridad hemos salvado más de 3.000 vidas de los hondureños (...) y en dos años se ha reducido en un 70 por ciento el paso de la droga por el territorio hondureño", agregó en su discurso.
Según cifras preliminares del Ministerio de Seguridad, los homicidios habrían bajado el año pasado hasta 56,7 por cada 100.000 habitantes desde los 75,1 de 2013 y los 67,5 de 2014.
El Observatorio de la Violencia, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, había reportado en 2014 una reducción a 68 homicidios por cada 100.000 habitantes respecto a los 79 de 2013. El ente todavía no ha publicado cifras de 2015.
Desde que asumió el poder en enero de 2014, Hernández delegó en los militares la inteligencia policial y las operaciones antinarcóticos, al tiempo que desplegó en las calles una policía militar de orden público para patrullar las hostiles barriadas hondureñas dominadas por las pandillas.
La estrategia repercutió en el notable descenso de las cifras criminales, que en 2012 habían llevado a Honduras al podio de los países más violentos con una tasa de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes, y se ha convertido en un elemento clave en la aprobación del mandatario.
Sin embargo, la militarización también ha levantado críticas de activistas de derechos humanos, que denuncian asesinatos, torturas y detenciones ilegales por parte de los uniformados asignados a la protección ciudadana.
El Salvador, que desplazó a Honduras en el triste primer puesto de los países más peligrosos del mundo, también está incorporando a militares en la seguridad pública ante la oleada de violencia que llevó la tasa de homicidios el año pasado a un récord de 103 por cada 100.000 habitantes.
(Escrito por Enrique Andrés Pretel; Editado por Ana Isabel Martínez y Javier López de Lérida)
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