Fuente: El País (Uruguay)
El expresidente José Mujica sigue cultivando su perfil de gurú internacional. Después que la semana pasada compartiera estrado con el candidato oficialista en Argentina, Daniel Scioli, volvió a Brasil, donde en su última visita había brillado en Rio de Janeiro como una estrella de pop.
Esta vez participó en un acto en São Paulo con la Central Única de los Trabajadores (CUT), la mayor organización sindical de Brasil, acompañando a la presidenta Dilma Rousseff y el expresidente Lula da Silva.
Rousseff, que vive horas de tensión por la amenaza de un juicio político en su contra, se sintió arropada por su antecesor y padrino político, y por Mujica, que con sus discursos más de abuelo que de político genera empatía en el exterior.
Con ese escenario, Rousseff endureció su discurso y enfrentó a quienes, según ella, quieren "acortar" su mandato "sin hechos jurídicos". Acusó a la oposición de querer expandir "el odio y la intolerancia" en Brasil y a quienes quieren bajarla del gobierno de ser "abiertamente golpistas".
Mujica, uno de los pocos líderes a los que la presidenta de Brasil se dirige como "amigo", evitó abordar la crisis política en ese país, pero su presencia en el acto fue calificada como "simbólica" por medios brasileños. Es que el momento en el que Mujica, Lula da Silva y Rousseff compartieron escenario no es casual: la popularidad de la presidenta y del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) está en picada en las encuestas.
El expresidente uruguayo sí habló del difícil momento que atraviesa la economía brasileña —sumida en una recesión, con una inflación al alza y un aumento de los índices de desempleo—, y animó a los trabajadores afiliados a la CUT.
"Los brasileños están pasando por un momento difícil (...) Pero la única pelea que se pierde es la pelea que se abandona. Por eso, es preciso volver a empezar, levantar, construir la pelea", aconsejó con una filosofía más de boliche que política, lo que semanas atrás le había resultado ante casi 10.000 jóvenes que acudieron a la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (UERJ).
"Los estudiantes tienen que darse cuenta de que no es sólo un cambio del sistema, es un cambio de cultura, es una cultura civilizadora. Y no hay manera de soñar con un mundo mejor a no ser pasarnos la vida luchando por él. Tenemos que superar el individualismo y crear conciencia colectiva para transformar a la sociedad", dijo en ese entonces.
Mujica defendió el martes, además, la integración latinoamericana para ayudar a "sustentar las democracias" de la región y para "tener un alero más grande que nos proteja para ser fuertes en este mundo".
"¿Qué haces Latinoamérica dividida en repúblicas?", cuestionó a viva voz.
Lula, por su parte, brindó un nuevo espaldarazo a su sucesora, de quien juzgó que con su discurso de ayer "comenzó a hacer historia como líder política". "Hoy Dilma se liberó. Todavía voy a descubrir con quién conversó, porque la Dilminha que vino hoy aquí es otra Dilma", afirmó Lula sobre la presidenta, quien acostumbra a realizar discursos con menor carga política.
En Brasil el clima es de tensión. El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, postergó hasta la semana próxima su decisión acerca de si acepta o no un pedido de juicio político contra la presidenta por irregularidades en las cuentas públicas en 2014.
La Corte declaró inviable el martes que, en caso de que el presidente de la Cámara rechace la solicitud, la oposición pueda presentar un reclamo para tratar la cuestión en el plenario. Por tanto, Cunha, que es de centro, evangelista y el rival político más poderoso del gobierno de Dilma, deberá decidir en soledad en los próximos días.
Esta vez participó en un acto en São Paulo con la Central Única de los Trabajadores (CUT), la mayor organización sindical de Brasil, acompañando a la presidenta Dilma Rousseff y el expresidente Lula da Silva.
Rousseff, que vive horas de tensión por la amenaza de un juicio político en su contra, se sintió arropada por su antecesor y padrino político, y por Mujica, que con sus discursos más de abuelo que de político genera empatía en el exterior.
Con ese escenario, Rousseff endureció su discurso y enfrentó a quienes, según ella, quieren "acortar" su mandato "sin hechos jurídicos". Acusó a la oposición de querer expandir "el odio y la intolerancia" en Brasil y a quienes quieren bajarla del gobierno de ser "abiertamente golpistas".
Mujica, uno de los pocos líderes a los que la presidenta de Brasil se dirige como "amigo", evitó abordar la crisis política en ese país, pero su presencia en el acto fue calificada como "simbólica" por medios brasileños. Es que el momento en el que Mujica, Lula da Silva y Rousseff compartieron escenario no es casual: la popularidad de la presidenta y del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) está en picada en las encuestas.
El expresidente uruguayo sí habló del difícil momento que atraviesa la economía brasileña —sumida en una recesión, con una inflación al alza y un aumento de los índices de desempleo—, y animó a los trabajadores afiliados a la CUT.
"Los brasileños están pasando por un momento difícil (...) Pero la única pelea que se pierde es la pelea que se abandona. Por eso, es preciso volver a empezar, levantar, construir la pelea", aconsejó con una filosofía más de boliche que política, lo que semanas atrás le había resultado ante casi 10.000 jóvenes que acudieron a la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (UERJ).
"Los estudiantes tienen que darse cuenta de que no es sólo un cambio del sistema, es un cambio de cultura, es una cultura civilizadora. Y no hay manera de soñar con un mundo mejor a no ser pasarnos la vida luchando por él. Tenemos que superar el individualismo y crear conciencia colectiva para transformar a la sociedad", dijo en ese entonces.
Mujica defendió el martes, además, la integración latinoamericana para ayudar a "sustentar las democracias" de la región y para "tener un alero más grande que nos proteja para ser fuertes en este mundo".
"¿Qué haces Latinoamérica dividida en repúblicas?", cuestionó a viva voz.
Lula, por su parte, brindó un nuevo espaldarazo a su sucesora, de quien juzgó que con su discurso de ayer "comenzó a hacer historia como líder política". "Hoy Dilma se liberó. Todavía voy a descubrir con quién conversó, porque la Dilminha que vino hoy aquí es otra Dilma", afirmó Lula sobre la presidenta, quien acostumbra a realizar discursos con menor carga política.
En Brasil el clima es de tensión. El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, postergó hasta la semana próxima su decisión acerca de si acepta o no un pedido de juicio político contra la presidenta por irregularidades en las cuentas públicas en 2014.
La Corte declaró inviable el martes que, en caso de que el presidente de la Cámara rechace la solicitud, la oposición pueda presentar un reclamo para tratar la cuestión en el plenario. Por tanto, Cunha, que es de centro, evangelista y el rival político más poderoso del gobierno de Dilma, deberá decidir en soledad en los próximos días.
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