El partido islamoconservador del mandatario triunfó contra todos los pronósticos y encuestas logrando el 49,2 por ciento de los votos. “La victoria es del pueblo”.
Partidarios del Partido de la Justicia y Desarrollo de Turquía del presidente turco celebran en Estambul. |@ AFP
El partido islamoconservador del presidente turco Recep Tayyip Erdogan triunfó contra todo pronóstico en las legislativas anticipadas de ayer, y volverá a tener la mayoría absoluta en el parlamento que había perdido apenas cinco meses atrás.
Sobra la base de casi todas las papeletas escrutadas, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) obtuvo el 49,2% de los sufragios y así 316 de los 550 escaños de diputados, anunciaron las cadenas NTV y CNN-Türk.
Este resultado supone la revancha de Erdogan, de 61 años, cuyo partido perdió el pasado 7 de junio en otras legislativas la mayoría parlamentaria que poseía desde hacía 13 años. Así, Erdogan podrá cumplir su sueño de instaurar una “superpresidencia” en el país.
El presidente hizo todo lo posible para retrasar las negociaciones para formar una coalición de gobierno y finalmente decidió convocar elecciones anticipadas, jugada que le salió bien.
No obstante, para llevar a cabo el cambio de Constitución que pide Erdogan son necesarios los dos tercios del parlamento (367 diputados), necesarios.
Por su parte, el primer ministro Ahmet Davutoglu hizo un llamado a la unidad en la jornada, un “día de victoria”, tras confirmarse la mayoría absoluta en el parlamento lograda por el partido islamoconservador.
“Nadie debe caer en el derrotismo. Hoy no hubo perdedores, solamente ganadores”, dijo Davutoglu en un discurso ante miles de simpatizantes del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en Konya (centro), en el que prometió “reconstruir una nueva Turquía con todos los ciudadanos”.
“Hoy es un día de victoria”, declaró el primer ministro y afirmó que “la victoria es del pueblo”.
La otra sorpresa de la jornada fue el mal resultado el Partido Democrático de los Pueblos (HDP, prokurdo) tras su entrada triunfal en la cámara en junio. Esta vez sólo obtuvo un 10%, un mal resultado pero que le permite mantenerse dentro del parlamento.
Tras el anuncio de los resultados hubo enfrentamientos entra la policía y manifestantes prokurdos en Diyarbakir, una gran ciudad kurda del sureste del país, indicó un fotógrafo de la AFP.
Los rivales de Erdogan intentaron sin éxito durante la campaña criticar su giro autoritario, que ha llevado en los últimos días al cierre de dos cadenas de televisión de la oposición.
Tras conocerse los resultados, la población expresó ya fuera su rabia o alegría ante los resultados algo inesperados.
Miedo a la inestabilidad
Según los resultados, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) quedó en segunda posición, con aproximadamente 24,5% de los votos, seguido por el Partido de Acción Nacionalista (MHP, derecha), que obtuvo un 12%. Ambos perdieron muchos votos en comparación a junio. Casi ningún sondeo había augurado la victoria del AKP, al que sólo daban entre 40 y 43% de los votos.
“Estoy muy triste pero este resultado significa que el pueblo se adapta a la situación actual”, dijo Sevim, un estudiante de derecho de la universidad de Estambul.
“El miedo a la inestabilidad en Turquía, junto a la estrategia de Erdogan de presentarse como el 'hombre fuerte que puede protegeros' han ganado”, analizó por su parte en Twitter Soner Cagaptay, del Washington Institute
En un clima de tensión marcado por la reanudación del conflicto kurdo y la amenazas del yihadismo, Erdogan y su primer ministro y líder del AKP Ahmet Davutoglu, se han presentado como los únicos garantes de la seguridad y la unidad del país.
El nuevo “sultán” de Turquía
Para unos es el “salvador” de Turquía, para otros un “dictador”. A pesar de estar cada vez más cuestionado, el presidente Recep Tayyip Erdogan confirmó en las urnas que sigue siendo el líder indiscutible del país.
Su sueño de instaurar una “superpresidencia” se quebró en las elecciones legislativas de junio pasado. Pese a involucrarse personalmente en la campaña, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) perdió la mayoría absoluta en el Parlamento.
Lejos de dejarse amedrentar, Erdogan, apodado el “sultán”, volvió a la carga.
Durante semanas, dejó que se estancaran las conversaciones para la formación de un gobierno de coalición y, al constatar su fracaso, llamó de nuevo a las urnas, por cuarta vez en dos años, convencido de poder “rehacerse”.
Apenas más discreto que en junio, continuó haciendo campaña por un “gobierno de un solo partido”. “No llegué a este puesto caído del cielo”, dijo, haciendo valer que fue elegido presidente con el 52% de los votos en agosto de 2014.
Y este domingo, contra todo pronóstico, su partido consiguió la mayoría absoluta en el parlamento.
A sus 61 años, Erdogan sigue siendo el jefe político más popular y carismático de su país desde Mustafá Kemal Ataturk, el emblemático padre de la República laica.
Se convirtió en jefe de gobierno en 2003, sobre las ruinas de una grave crisis financiera. Para sus partidarios, es el hombre del milagro económico y de las reformas que liberaron a la mayoría religiosa y conservadora del país del yugo de la élite laica.
Pero también se ha convertido en los últimos dos años en la figura más criticada en Turquía, denunciado por su deriva autocrática e islamista.
La espectacular operación policial lanzada esta semana contra dos cadenas de televisión cercanas a la oposición no ha hecho más que reforzar la inquietud de quienes --como el jefe de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu--, lo acusan de querer “restablecer el sultanato”.
Lujoso, gigantesco y extravagante, el palacio de 500 millones de euros en el que se instaló hace un año en las afueras de Ankara se ha convertido en el símbolo de su “delirio de grandeza”.
De vendedor ambulante a presidente: Hijo de un oficial de la guardia costera, Erdogan se enorgullece no obstante de tener orígenes modestos.
Creció en el barrio popular de Kasimpasa en Estambul, donde fue educado en un colegio religioso y más tarde fue vendedor ambulante. Durante un tiempo, soñó con ser futbolista, pero acabó lanzándose a la política dentro del movimiento islamista.
Elegido alcalde de Estambul en 1994, triunfó en 2002 cuando su AKP ganó las elecciones legislativas y se convirtió en primer ministro un año más tarde, una vez amnistiado de una pena de prisión impuesta por haber recitado en público un poema religioso.
Durante años, su modelo de democracia conservadora, aliando capitalismo liberal e islam moderado, encadenó éxitos, gracias al crecimiento económico y a sus planes de entrar en la UE.
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