Fuente: DW.
La incesante llegada de miles de refugiados y la proximidad de la tradicional fiesta de la cerveza, a la que se esperan unos seis millones de visitantes, son motivo de preocupación para las autoridades de Múnich.
Unos 12.200 refugiados arribaron el sábado (12.09.2015) en tren a la estación central de Múnich y hoy (13.09.2015) se espera la llegada de una cifra similar. La ciudad bávara se ha convertido en la primera parada para muchos refugiados que llegan desde el Cercano y Medio Oriente a través de los Balcanes. Las autoridades han dado la voz de alarma de que ya casi no hay lugar para acomodar a más refugiados en la capital bávara. El ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt, considera que "se ha llegado al límite de la capacidad de resistencia" y pide "medidas efectivas para frenar los flujos" de refugiados. Por su parte, Joachim Hermann, ministro del Interior de Baviera, reclamó una mayor presencia de la policía federal para reforzar a los agentes locales.
El alcalde de Múnich, el socialdemócrata Dieter Reiter, lanzó ayer la voz de alarma al no contar con suficientes plazas para alojar a todas las personas que llegan desde Hungría a través de Austria. El Gobierno bávaro se reunirá este domingo de forma extraordinaria, con el fin de buscar soluciones de emergencia para atender a los miles de refugiados que siguen llegando. La reunión del ejecutivo regional estará presidida por Horst Seehofer, líder de la conservadora Unión Socialcristiana (CSU), partido hermano de la CDU de Angela Merkel y socio en la gran coalición que gobierna Alemania. Pero las afinidades políticas no han frenado sus críticas a la canciller por haber decidido abrir las fronteras a los refugiados sin haber previsto las consecuencias que ello podría tener y sin haber diseñado un plan global de acogida.
Se acerca el Oktoberfest
Las autoridades locales y regionales se sienten abandonadas. En las últimas horas no han cesado de reclamar al resto de estados federados que contribuyan acogiendo a parte de los solicitantes de asilo que llegan a Baviera, pero, por el momento, la respuesta es limitada y lenta. Según las estimaciones que realizó el pasado viernes el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, Alemania puede recibir este fin de semana alrededor de 40.000 solicitantes de asilo. Las organizaciones humanitarias que colaboran en la primera acogida hicieron un llamamiento a los muniqueses para que donaran sacos de dormir y colchonetas, utilizadas esta noche en las estaciones de tren y de autobuses por algunos refugiados que no pudieron ser alojados en los albergues y edificios acondicionados en los últimos días por el ayuntamiento.
Por otra parte, se acerca la gran cita anual de Baviera con la cerveza. El célebre Oktoberfest, que se precia de ser la mayor fiesta popular del mundo, arranca el próximo sábado con la tradicional apertura de un barril de cerveza por parte del alcalde de la ciudad y se extenderá hasta el 4 de octubre. Se calcula que durante los 16 días que dura el evento, pasarán por la estación ferroviaria de Múnich unos dos millones de visitantes.
"La situación podría complicarse si los visitantes que han bebido mucho se topan por las noches o en los fines de semana con los numerosos refugiados que están llegando estos días", advierte Joachim Hermann, ministro del Interior bávaro. "Nuestro objetivo es mantener separados a los dos grupos para evitar situaciones de conflicto. Entre las medidas que sopesamos figura la posibilidad de que los trenes con refugiados no paren en Múnich y sigan viaje a otras ciudades", anunció. Las medidas de seguridad en torno al Oktoberfest han sido intensificadas en los últimos años para prevenir posibles ataques terroristas.
Ms (dpa/efe)
La incesante llegada de miles de refugiados y la proximidad de la tradicional fiesta de la cerveza, a la que se esperan unos seis millones de visitantes, son motivo de preocupación para las autoridades de Múnich.
Unos 12.200 refugiados arribaron el sábado (12.09.2015) en tren a la estación central de Múnich y hoy (13.09.2015) se espera la llegada de una cifra similar. La ciudad bávara se ha convertido en la primera parada para muchos refugiados que llegan desde el Cercano y Medio Oriente a través de los Balcanes. Las autoridades han dado la voz de alarma de que ya casi no hay lugar para acomodar a más refugiados en la capital bávara. El ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt, considera que "se ha llegado al límite de la capacidad de resistencia" y pide "medidas efectivas para frenar los flujos" de refugiados. Por su parte, Joachim Hermann, ministro del Interior de Baviera, reclamó una mayor presencia de la policía federal para reforzar a los agentes locales.
El alcalde de Múnich, el socialdemócrata Dieter Reiter, lanzó ayer la voz de alarma al no contar con suficientes plazas para alojar a todas las personas que llegan desde Hungría a través de Austria. El Gobierno bávaro se reunirá este domingo de forma extraordinaria, con el fin de buscar soluciones de emergencia para atender a los miles de refugiados que siguen llegando. La reunión del ejecutivo regional estará presidida por Horst Seehofer, líder de la conservadora Unión Socialcristiana (CSU), partido hermano de la CDU de Angela Merkel y socio en la gran coalición que gobierna Alemania. Pero las afinidades políticas no han frenado sus críticas a la canciller por haber decidido abrir las fronteras a los refugiados sin haber previsto las consecuencias que ello podría tener y sin haber diseñado un plan global de acogida.
Se acerca el Oktoberfest
Las autoridades locales y regionales se sienten abandonadas. En las últimas horas no han cesado de reclamar al resto de estados federados que contribuyan acogiendo a parte de los solicitantes de asilo que llegan a Baviera, pero, por el momento, la respuesta es limitada y lenta. Según las estimaciones que realizó el pasado viernes el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, Alemania puede recibir este fin de semana alrededor de 40.000 solicitantes de asilo. Las organizaciones humanitarias que colaboran en la primera acogida hicieron un llamamiento a los muniqueses para que donaran sacos de dormir y colchonetas, utilizadas esta noche en las estaciones de tren y de autobuses por algunos refugiados que no pudieron ser alojados en los albergues y edificios acondicionados en los últimos días por el ayuntamiento.
Por otra parte, se acerca la gran cita anual de Baviera con la cerveza. El célebre Oktoberfest, que se precia de ser la mayor fiesta popular del mundo, arranca el próximo sábado con la tradicional apertura de un barril de cerveza por parte del alcalde de la ciudad y se extenderá hasta el 4 de octubre. Se calcula que durante los 16 días que dura el evento, pasarán por la estación ferroviaria de Múnich unos dos millones de visitantes.
"La situación podría complicarse si los visitantes que han bebido mucho se topan por las noches o en los fines de semana con los numerosos refugiados que están llegando estos días", advierte Joachim Hermann, ministro del Interior bávaro. "Nuestro objetivo es mantener separados a los dos grupos para evitar situaciones de conflicto. Entre las medidas que sopesamos figura la posibilidad de que los trenes con refugiados no paren en Múnich y sigan viaje a otras ciudades", anunció. Las medidas de seguridad en torno al Oktoberfest han sido intensificadas en los últimos años para prevenir posibles ataques terroristas.
Ms (dpa/efe)
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