Por Nicolás Misculin y Jorge Otaola
BUENOS AIRES (Reuters) - Mauricio Macri, un opositor de centroderecha, ganó el domingo la presidencia de Argentina prometiendo un giro de timón para reactivar la economía, un maniobra que requerirá de destreza para mantener logros sociales de la última década y evitar que el país caiga de nuevo en una crisis.
Rompiendo con una hegemonía de 12 años del peronismo de centroizquierda en el poder, Macri lograba un 51,5 por ciento de los votos frente al 48,5 por ciento del oficialista Daniel Scioli en el primer balotaje de la historia del país.
Con su triunfo, Argentina tomará la senda de reconciliación con los inversores, que habían huido por los controles cambiarios, restricciones a las exportaciones y otras políticas intervencionistas de la mandataria saliente Cristina Fernández, que no podía aspirar a otra reelección.
"Juntos podemos construir la Argentina que soñamos", dijo Macri en su cuartel de campaña ante sus seguidores, que festejaban entre globos de color blanco y azul de la bandera argentina. "Es un cambio de época que nos tiene que llevar hacia el futuro, hacia las oportunidades que necesitamos para crecer".
Miles de argentinos se concentraron en el Obelisco, un emblemático monumento del centro de la capital, para festejar la victoria de Macri en medio de ensordecedores bocinazos. En otras ciudades importantes del país, como Rosario y Córdoba, la gente bailaba en las calles.
"Esto parece un sueño (...), se viene otra Argentina, mejor en todo sentido. Tenemos una oportunidad única para demostrar, desde los errores del kirchnerismo (oficialismo), cómo se puede construir un país transparente en todo sentido", aseguró a Reuters Ángela Torres, una médica de 43 años.
A pesar de la popularidad que la presidenta ganó a fuerza de planes sociales gubernamentales, una sostenida creación de empleo y subsidios a los servicios públicos, el cansancio de muchos argentinos con su beligerancia -que polarizó al país-, el estancamiento económico y la alta inflación impulsó a Macri.
Su propuesta de renovación de la política y combate a la corrupción, aunado a una administración relativamente prolija como alcalde de Buenos Aires, terminó de convencer a otros.
"Espero que la gente se una, porque hubo mucho odio. Espero transparencia, gestión y obras en serio", destacó Ximena Cossío, un ama de casa de 46 años que había acudido al Obelisco.
GUIÑO DE LOS INVERSORES
Desmantelar los controles cambiarios que limitan el acceso a los dólares, devaluar la moneda, bajar un impuesto a salarios altos y medios, levantar restricciones a exportaciones del agro -la principal fuente de divisas- y austeridad fiscal son algunas medidas que propone el ingeniero que hoy gobierna la capital.
Las propuestas de Macri, de 56 años, representan un cambio de dirección que se identifica con el liberalismo económico.
Sin embargo, también prometió que mantendrá los subsidios a los más pobres y la gestión estatal de la petrolera YPF, dos medidas que fueron marca registrada del peronismo y cimentaron la popularidad de Fernández y su antecesor y marido, el fallecido Néstor Kirchner.
"Los inversores extranjeros obtuvieron lo que deseaban. La victoria de Macri es una señal de un quiebre decisivo con el legado de Kirchner y Fernández de confrontación con los acreedores y malos manejos económicos", dijo el analista de mercados emergentes Gary Kleiman, con sede en Washington.
Kleiman añadió que los mercados financieros argentinos -que venían descontando el triunfo de Macri en las últimas semanas- se verán beneficiados en el corto plazo.
En Latinoamérica, la victoria de Macri en la tercera mayor economía de la región es un nuevo golpe para la izquierda, que tras sacar de la pobreza a millones en la última década ha perdido vigor por los problemas económicos y escándalos de corrupción, justo cuando se avecinan elecciones legislativas en Venezuela y generales en Perú.
"Es una vergüenza lo que está pasando. No se puede creer que después de todos estos logros la gente quiera volver atrás. La gente lo va a sufrir", dijo Martín Parese, un estudiante de 21 años que milita en el peronismo.
Mandatarios de distintos países de América Latina felicitaron a Macri, que dijo que quería mantener buenas relaciones con todos los países de la región y trabajar en una agenda de cooperación.
BUSCANDO LA RECETA
Ahora Macri tendrá que encontrar la receta para hacer los cambios que impulsa sin empujar a Argentina a nueva crisis traumática como la que sufrió a principio del milenio, con un Congreso dividido y con un peronismo que desde la oposición es implacable e hizo tropezar a más de un presidente en el pasado.
"Consenso es la palabra", dijo Mariel Fornoni, directora de la consultora política Management & Fit.
Hijo de un rico empresario vinculado al peronismo, el presidente electo tendrá que negociar. Su equipo dijo que convocará a rivales y a distintos sectores de la sociedad para dialogar en la breve transición hasta su asunción el 10 de diciembre.
"Esperamos que la transición sea exitosa en nuestro escenario base. El interés de los inversores en Argentina ya está empezando a mostrar señales de aumentar", dijo Alejo Czerwonko, economista de mercados emergentes de UBS Wealth Management.
Pero el contexto mundial es desafiante: la caída de los precios globales de las materias primas que exporta Argentina hizo desplomar los ingresos y redujo las reservas a mínimos históricos después de una década de fuerte expansión por la venta de granos como la soja y un gran consumo interno.
"Esperemos que Dios lo ilumine (a Macri) para poder mejorar aún por el bien de todos los argentinos lo que el país ha avanzado", dijo Scioli.
(Reporte adicional de Juliana Castilla, Maximilian Heath, Maximiliano Rizzi, Hugh Bronstein y Sarah Marsh. Escrito por Pablo Garibian)
BUENOS AIRES (Reuters) - Mauricio Macri, un opositor de centroderecha, ganó el domingo la presidencia de Argentina prometiendo un giro de timón para reactivar la economía, un maniobra que requerirá de destreza para mantener logros sociales de la última década y evitar que el país caiga de nuevo en una crisis.
Rompiendo con una hegemonía de 12 años del peronismo de centroizquierda en el poder, Macri lograba un 51,5 por ciento de los votos frente al 48,5 por ciento del oficialista Daniel Scioli en el primer balotaje de la historia del país.
Con su triunfo, Argentina tomará la senda de reconciliación con los inversores, que habían huido por los controles cambiarios, restricciones a las exportaciones y otras políticas intervencionistas de la mandataria saliente Cristina Fernández, que no podía aspirar a otra reelección.
"Juntos podemos construir la Argentina que soñamos", dijo Macri en su cuartel de campaña ante sus seguidores, que festejaban entre globos de color blanco y azul de la bandera argentina. "Es un cambio de época que nos tiene que llevar hacia el futuro, hacia las oportunidades que necesitamos para crecer".
Miles de argentinos se concentraron en el Obelisco, un emblemático monumento del centro de la capital, para festejar la victoria de Macri en medio de ensordecedores bocinazos. En otras ciudades importantes del país, como Rosario y Córdoba, la gente bailaba en las calles.
"Esto parece un sueño (...), se viene otra Argentina, mejor en todo sentido. Tenemos una oportunidad única para demostrar, desde los errores del kirchnerismo (oficialismo), cómo se puede construir un país transparente en todo sentido", aseguró a Reuters Ángela Torres, una médica de 43 años.
A pesar de la popularidad que la presidenta ganó a fuerza de planes sociales gubernamentales, una sostenida creación de empleo y subsidios a los servicios públicos, el cansancio de muchos argentinos con su beligerancia -que polarizó al país-, el estancamiento económico y la alta inflación impulsó a Macri.
Su propuesta de renovación de la política y combate a la corrupción, aunado a una administración relativamente prolija como alcalde de Buenos Aires, terminó de convencer a otros.
"Espero que la gente se una, porque hubo mucho odio. Espero transparencia, gestión y obras en serio", destacó Ximena Cossío, un ama de casa de 46 años que había acudido al Obelisco.
GUIÑO DE LOS INVERSORES
Desmantelar los controles cambiarios que limitan el acceso a los dólares, devaluar la moneda, bajar un impuesto a salarios altos y medios, levantar restricciones a exportaciones del agro -la principal fuente de divisas- y austeridad fiscal son algunas medidas que propone el ingeniero que hoy gobierna la capital.
Las propuestas de Macri, de 56 años, representan un cambio de dirección que se identifica con el liberalismo económico.
Sin embargo, también prometió que mantendrá los subsidios a los más pobres y la gestión estatal de la petrolera YPF, dos medidas que fueron marca registrada del peronismo y cimentaron la popularidad de Fernández y su antecesor y marido, el fallecido Néstor Kirchner.
"Los inversores extranjeros obtuvieron lo que deseaban. La victoria de Macri es una señal de un quiebre decisivo con el legado de Kirchner y Fernández de confrontación con los acreedores y malos manejos económicos", dijo el analista de mercados emergentes Gary Kleiman, con sede en Washington.
Kleiman añadió que los mercados financieros argentinos -que venían descontando el triunfo de Macri en las últimas semanas- se verán beneficiados en el corto plazo.
En Latinoamérica, la victoria de Macri en la tercera mayor economía de la región es un nuevo golpe para la izquierda, que tras sacar de la pobreza a millones en la última década ha perdido vigor por los problemas económicos y escándalos de corrupción, justo cuando se avecinan elecciones legislativas en Venezuela y generales en Perú.
"Es una vergüenza lo que está pasando. No se puede creer que después de todos estos logros la gente quiera volver atrás. La gente lo va a sufrir", dijo Martín Parese, un estudiante de 21 años que milita en el peronismo.
Mandatarios de distintos países de América Latina felicitaron a Macri, que dijo que quería mantener buenas relaciones con todos los países de la región y trabajar en una agenda de cooperación.
BUSCANDO LA RECETA
Ahora Macri tendrá que encontrar la receta para hacer los cambios que impulsa sin empujar a Argentina a nueva crisis traumática como la que sufrió a principio del milenio, con un Congreso dividido y con un peronismo que desde la oposición es implacable e hizo tropezar a más de un presidente en el pasado.
"Consenso es la palabra", dijo Mariel Fornoni, directora de la consultora política Management & Fit.
Hijo de un rico empresario vinculado al peronismo, el presidente electo tendrá que negociar. Su equipo dijo que convocará a rivales y a distintos sectores de la sociedad para dialogar en la breve transición hasta su asunción el 10 de diciembre.
"Esperamos que la transición sea exitosa en nuestro escenario base. El interés de los inversores en Argentina ya está empezando a mostrar señales de aumentar", dijo Alejo Czerwonko, economista de mercados emergentes de UBS Wealth Management.
Pero el contexto mundial es desafiante: la caída de los precios globales de las materias primas que exporta Argentina hizo desplomar los ingresos y redujo las reservas a mínimos históricos después de una década de fuerte expansión por la venta de granos como la soja y un gran consumo interno.
"Esperemos que Dios lo ilumine (a Macri) para poder mejorar aún por el bien de todos los argentinos lo que el país ha avanzado", dijo Scioli.
(Reporte adicional de Juliana Castilla, Maximilian Heath, Maximiliano Rizzi, Hugh Bronstein y Sarah Marsh. Escrito por Pablo Garibian)
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