Fuente: El Pais.
Por: Pablo Ximenes de Sandoval. Los Angeles.
El órgano regulador del agua en California a nivel estatal aprobó este martes, después de una maratoniana reunión, restricciones sin precedentes al consumo de agua en las ciudades. El Consejo de Recursos Hídricos adoptó los objetivos marcados por el gobernador y que obligarán a las ciudades a un recorte global en el consumo del 25% respecto a 2013. Se trata de las primeras restricciones obligatorias en la historia de California. No será un recorte lineal. Las agencias locales de agua se verán obligadas a reducir entre un 8% y un 36% el consumo, según la cantidad de agua que utilizaran el verano pasado. Los ayuntamientos tendrán que asegurarse de cumplir objetivos como incentivar la sustitución del césped por otros jardines, impedir el riego innecesario e incentivar la sustitución de fontanería antigua por otra que gaste menos.
En la misma reunión, la autoridad de recursos hídricos reveló que la reducción del consumo de los californianos en marzo ha estado en una media del 3,6% respecto a los niveles de 2013. En total, en el último año solo se ha reducido un 9%, muy lejos de los objetivos marcados por Sacramento.
California ha entrado oficialmente en su cuarto año de sequía después de que hace un mes el gobernador, Jerry Brown, comunicó que las reservas de nieve acumuladas durante el invierno (que suponen un 30% del agua de consumo humano en el estado) eran un 5% de la media acumulada normalmente en esta época del año. Brown emitió entonces una orden ejecutiva para lograr una reducción en el consumo de agua del 25% respecto a los niveles de 2013. A principios de 2014, Brown declaró el estado de emergencia por la sequía y pidió una reducción "voluntaria" del consumo de agua del 20% que fue ignorado. Solo este año se ha empezado a notar verdadera concienciación ciudadana.
No está claro cuáles son las herramientas de la autoridad estatal para imponer estas restricciones. El suministro de agua depende de más de 400 agencias locales, algunas de ellas opuestas a los recortes. No hay suficientes recursos como para vigilar cuándo se riega cada césped. El gobernador, Jerry Brown, dijo la semana pasada que él apuesta por multar hasta con 10.000 dólares a los que malgasten agua, pero una medida así debe aprobarla el Legislativo. Otra estrategia era cobrar el agua por tramos, es decir, más cara a quien más usa. Pero esta medida está en cuestión después de que un juez declarara ilegal este sistema en San Juan Capistrano, al sur de Los Ángeles, sentando un precedente que puede dar al traste con una de las fórmulas más efectivas para incentivar el ahorro de agua.
Las medidas de Brown fueron criticadas por centrarse exclusivamente en el ámbito urbano. El campo de California, la primera potencia agrícola de EE UU, consume el 80% del agua del estado. Brown ha defendido sus medidas asegurando que los recortes de agua en el campo suponen pérdidas de cosechas y de empleos, mientras en las ciudades hay margen para recortar el uso personal. Dentro del consumo urbano, los usos fuera de la casa suponen entre el 50% y el 80% del consumo de agua en las ciudades, un dato que sirvió ayer a los miembros del Consejo regualdor para justificar la cruzada contra los jardines verdes.
Las medidas atacan una de los iconos del estilo de vida del sur de California, como es tener césped y piscina en el desierto, algo que solo es posible gracias a gigantescas obras de ingeniería realizadas en la primera mitad del siglo pasado y que permiten desviar agua de las montañas del norte a las zonas urbanas. El estado parece ser ahora consciente de que el sistema no seguirá funcionando. El gobierno relaciona directamente esta sequía con el cambio climático y está dispuesto a que las medidas que se adopten no sean solo para paliar los efectos de la escasez actual, sino un cambio de actitud permanente de California con el agua, por lo que pueda venir.
En este sentido, el gobernador Brown anunció el pasado 16 de abril otra orden ejecutiva para lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del 40% en 2030 respecto a los niveles de 1990. El objetivo supone el más ambicioso de EE UU en la lucha contra el cambio climático y duplica el que aprobó el gobernador Arnold Schwarzenegger y que era una de las políticas bandera del estado para los dos partidos. Brown ha hecho de la lucha contra el cambio climático una de las prioridades de su cuarto y último mandato.
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