Fuente: La Izquierda Diario.
Nadie puede poner en duda que nos estamos enfrentando a un ataque de magnitud, una verdadera declaración de guerra contra el conjunto de los trabajadores. Se trata de una expresión, en el plano social, de la escalada liberticida y autoritaria del gobierno de Hollande.
Versión móvil
Solo una respuesta a la altura de parte del movimiento obrero y de sus organizaciones podrá poner fin a esta matanza de los derechos conquistados por los trabajadores durante décadas.
El ataque en regla contra el tiempo legal de trabajo y las condiciones de despido, se refuerza con el método bonapartista anunciado por la ministra El-Khomri, quien no dudó en hablar -después del anuncio de su proyecto de reforma- de la posibilidad de recurrir al 49.3 [mecanismo que suspende el debate parlamentario y abre un plazo de 24 horas en el que se puede solicitar una moción de censura], para que no haya apelación.
Para hacerle frente a la aplanadora del gobierno de Hollande se necesita un “Todos juntos” (Tous ensemble) una huelga general convocada por todos los sindicatos.
La jornada de acción, que se discute a nivel de las direcciones sindicales, tiene otro contenido. Ella debería ser desde el principio no una jornada aislada y folclórica, sino un punto de partida para un combate de largo aliento. Una lucha que debe prepararse en cada lugar de trabajo, por asambleas generales que informen a los trabajadores de la amplitud del ataque en curso, comenzando a organizar la respuesta y exigiendo la unidad sindical detrás de un plan de lucha para evitar la aplicación de la reforma.
Nadie puede poner en duda que nos estamos enfrentando a un ataque de magnitud, una verdadera declaración de guerra contra el conjunto de los trabajadores. Se trata de una expresión, en el plano social, de la escalada liberticida y autoritaria del gobierno de Hollande.
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Solo una respuesta a la altura de parte del movimiento obrero y de sus organizaciones podrá poner fin a esta matanza de los derechos conquistados por los trabajadores durante décadas.
El ataque en regla contra el tiempo legal de trabajo y las condiciones de despido, se refuerza con el método bonapartista anunciado por la ministra El-Khomri, quien no dudó en hablar -después del anuncio de su proyecto de reforma- de la posibilidad de recurrir al 49.3 [mecanismo que suspende el debate parlamentario y abre un plazo de 24 horas en el que se puede solicitar una moción de censura], para que no haya apelación.
Para hacerle frente a la aplanadora del gobierno de Hollande se necesita un “Todos juntos” (Tous ensemble) una huelga general convocada por todos los sindicatos.
La jornada de acción, que se discute a nivel de las direcciones sindicales, tiene otro contenido. Ella debería ser desde el principio no una jornada aislada y folclórica, sino un punto de partida para un combate de largo aliento. Una lucha que debe prepararse en cada lugar de trabajo, por asambleas generales que informen a los trabajadores de la amplitud del ataque en curso, comenzando a organizar la respuesta y exigiendo la unidad sindical detrás de un plan de lucha para evitar la aplicación de la reforma.
Frente único y huelga general hasta el retiro de la reforma
Habiéndose ganado una gran impopularidad en el mundo obrero, Hollande se apresura a rendir un último servicio a la gran patronal, en lo que sería ciertamente el mayor resultado de su quinquenio. Por eso apuesta por la estrategia de colaboración abierta de la CFDT (Confederación francesa democrática de trabajadores) y cuenta con la crisis interna de la CGT. Es la debilidad del movimiento sindical la que da confianza al gobierno para lanzar tal ofensiva, pese a su baja popularidad y la pérdida de una parte de su base social con su giro Lepenista (“Estado de emergencia”, medidas racistas de privación de nacionalidad, etc.).
A pesar de todas las divisiones internas en el mundo sindical y del peso del fracaso del movimiento de 2010 contra los recortes, los trabajadores no tienen otra opción que tomar el asunto en sus propias manos e imponer a las organizaciones sindicales el frente único y un llamado a la huelga general hasta el retiro de la reforma.
Los equipos sindicales de la CGT y de Sud deberían dirigirse sin ningún sectarismo a los de la CFDT que podría comenzar a considerar que la política de colaboración de sus dirigentes “no ha tenido buenos resultados”. Esto explica que después de que han tragado todos los “sapos” se ven en la obligación de expresar sus reparos sobre la cuestión de la reforma de despidos económicos y de las limitaciones a las indemnizaciones de los Prud’hommes (miembros de la magistratura laboral).
Habiéndose ganado una gran impopularidad en el mundo obrero, Hollande se apresura a rendir un último servicio a la gran patronal, en lo que sería ciertamente el mayor resultado de su quinquenio. Por eso apuesta por la estrategia de colaboración abierta de la CFDT (Confederación francesa democrática de trabajadores) y cuenta con la crisis interna de la CGT. Es la debilidad del movimiento sindical la que da confianza al gobierno para lanzar tal ofensiva, pese a su baja popularidad y la pérdida de una parte de su base social con su giro Lepenista (“Estado de emergencia”, medidas racistas de privación de nacionalidad, etc.).
A pesar de todas las divisiones internas en el mundo sindical y del peso del fracaso del movimiento de 2010 contra los recortes, los trabajadores no tienen otra opción que tomar el asunto en sus propias manos e imponer a las organizaciones sindicales el frente único y un llamado a la huelga general hasta el retiro de la reforma.
Los equipos sindicales de la CGT y de Sud deberían dirigirse sin ningún sectarismo a los de la CFDT que podría comenzar a considerar que la política de colaboración de sus dirigentes “no ha tenido buenos resultados”. Esto explica que después de que han tragado todos los “sapos” se ven en la obligación de expresar sus reparos sobre la cuestión de la reforma de despidos económicos y de las limitaciones a las indemnizaciones de los Prud’hommes (miembros de la magistratura laboral).
Los sindicatos combativos en el punto de mira, una batalla de toda la clase
Para Hollande, una cosa está clara: para avanzar cualitativamente sobre las conquistas del movimiento obrero, lo mejor es deshacerse de los equipos sindicales combativos. De aquellos que rompen las camisas a los gerentes, aquellos que secuestran al patrón, aquellos que rechazan la conciliación permanente. Tal es el contenido profundo de la condena a dos años de prisión a ocho sindicalistas de la CGT Goodyear.
En paralelo a esta criminalización creciente de la resistencia obrera y sindical, el nuevo proyecto de ley busca marginalizar a los sindicatos o las secciones combativas en las empresas. Establece la moción de “acuerdo mayoritario” asegurando el 50% de los sufragios expresado por las organizaciones representativas (lo que excluye del cálculo los votos de las otras organizaciones), elimina el derecho de oposición y confiere al patrón un nuevo derecho a la consulta directa de los salarios. Siendo su objetivo reducir el rol de los representantes sindicales en la empresa mediante la simple validación de los acuerdos con las direcciones y con la intención de contener a las organizaciones más combativas por medio de referéndums a los empleados, presentándolo como algo “más democrático”.
Esto evidentemente es una trampa. Cada trabajador que haya vivido una experiencia de lucha contra los despidos sabe de las presiones y los chantajes con la amenaza de cierre y la y el fantasma del desempleo. Por eso este tipo de consultas, saltando por encima de la organización sindical de los trabajadores y sus asambleas, es una herramienta a favor del patrón. La verdadera democracia en el movimiento obrero esta en las asambleas generales y en los comités de huelga o de lucha, reuniéndose los trabajadores de todas las organizaciones sindicales junto a los trabajadores no sindicalizados.
La lucha por la absolución de los 8 trabajadores de Goodyear y el impulso de la solidaridad que se cristaliza en la constitución de comités de apoyo en varias ciudades es parte integral de la lucha más general contra la ofensiva del gobierno, que puede constituir un punto de apoyo en el gran combate de clases que tenemos por delante.
Para Hollande, una cosa está clara: para avanzar cualitativamente sobre las conquistas del movimiento obrero, lo mejor es deshacerse de los equipos sindicales combativos. De aquellos que rompen las camisas a los gerentes, aquellos que secuestran al patrón, aquellos que rechazan la conciliación permanente. Tal es el contenido profundo de la condena a dos años de prisión a ocho sindicalistas de la CGT Goodyear.
En paralelo a esta criminalización creciente de la resistencia obrera y sindical, el nuevo proyecto de ley busca marginalizar a los sindicatos o las secciones combativas en las empresas. Establece la moción de “acuerdo mayoritario” asegurando el 50% de los sufragios expresado por las organizaciones representativas (lo que excluye del cálculo los votos de las otras organizaciones), elimina el derecho de oposición y confiere al patrón un nuevo derecho a la consulta directa de los salarios. Siendo su objetivo reducir el rol de los representantes sindicales en la empresa mediante la simple validación de los acuerdos con las direcciones y con la intención de contener a las organizaciones más combativas por medio de referéndums a los empleados, presentándolo como algo “más democrático”.
Esto evidentemente es una trampa. Cada trabajador que haya vivido una experiencia de lucha contra los despidos sabe de las presiones y los chantajes con la amenaza de cierre y la y el fantasma del desempleo. Por eso este tipo de consultas, saltando por encima de la organización sindical de los trabajadores y sus asambleas, es una herramienta a favor del patrón. La verdadera democracia en el movimiento obrero esta en las asambleas generales y en los comités de huelga o de lucha, reuniéndose los trabajadores de todas las organizaciones sindicales junto a los trabajadores no sindicalizados.
La lucha por la absolución de los 8 trabajadores de Goodyear y el impulso de la solidaridad que se cristaliza en la constitución de comités de apoyo en varias ciudades es parte integral de la lucha más general contra la ofensiva del gobierno, que puede constituir un punto de apoyo en el gran combate de clases que tenemos por delante.
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