Fuente: ABC
Mientras arranca la Cumbre del Clima en París para frenar el calentamiento global, China se asfixia bajo una espesa nube de contaminación que ya cubre una superficie similar a España: 530.000 kilómetros cuadrados. Con 23 grandes ciudades afectadas y Pekín en alerta naranja, la polución se ha disparado debido al carbón que queman las calderas de la calefacción en invierno.
Esta nueva alarma coincide con la presencia en la capital gala del presidente chino Xi Jinping, quien volverá a prometer la reducción de emisiones en el país que más contamina del mundo. Mientras tanto, y como una bofetada a sus planes de futuro, las autoridades de Pekín han vuelto a recomendar a sus 22 millones de habitantes que se queden en sus casas al llegar la polución a su máximo nivel: 500 microgramos por metro cúbico de partículas PM 2,5, tan pequeñas que se cuelan en los pulmones y originan enfermedades como cáncer, dolencias coronarias y derrames cerebrales. Dicha concentración tóxica es veinte veces superior a los 25 microgramos que la OMS considera ya nocivos para el cuerpo humano.
Debido a la ausencia de viento, la nube de contaminación se ha hecho tan espesa que impide la visibilidad a unos cien metros de distancia, lo que ha obligado a cerrar 200 peajes en las autopistas de la provincia costera de Shandong, en alerta amarilla. Por su parte, y según informa la agencia estatal Xinhua, el Buró de Protección Medioambiental de Pekín ha ordenado a las fábricas suspender o reducir la producción estos días, ya que el humo de sus chimeneas se suma al polvo de las obras, a los escapes de los coches y a la quema de carbón para producir electricidad y alimentar las calderas.
Mientras arranca la Cumbre del Clima en París para frenar el calentamiento global, China se asfixia bajo una espesa nube de contaminación que ya cubre una superficie similar a España: 530.000 kilómetros cuadrados. Con 23 grandes ciudades afectadas y Pekín en alerta naranja, la polución se ha disparado debido al carbón que queman las calderas de la calefacción en invierno.
Esta nueva alarma coincide con la presencia en la capital gala del presidente chino Xi Jinping, quien volverá a prometer la reducción de emisiones en el país que más contamina del mundo. Mientras tanto, y como una bofetada a sus planes de futuro, las autoridades de Pekín han vuelto a recomendar a sus 22 millones de habitantes que se queden en sus casas al llegar la polución a su máximo nivel: 500 microgramos por metro cúbico de partículas PM 2,5, tan pequeñas que se cuelan en los pulmones y originan enfermedades como cáncer, dolencias coronarias y derrames cerebrales. Dicha concentración tóxica es veinte veces superior a los 25 microgramos que la OMS considera ya nocivos para el cuerpo humano.
Debido a la ausencia de viento, la nube de contaminación se ha hecho tan espesa que impide la visibilidad a unos cien metros de distancia, lo que ha obligado a cerrar 200 peajes en las autopistas de la provincia costera de Shandong, en alerta amarilla. Por su parte, y según informa la agencia estatal Xinhua, el Buró de Protección Medioambiental de Pekín ha ordenado a las fábricas suspender o reducir la producción estos días, ya que el humo de sus chimeneas se suma al polvo de las obras, a los escapes de los coches y a la quema de carbón para producir electricidad y alimentar las calderas.
Aunque China ha prometido limitar su dependencia de este mineral y cerrar sus arcaicas centrales térmicas, las autoridades ya han reconocido que no podrán hacerlo hasta 2030, cuando calculan que sus emisiones contaminantes podrán por fin reducirse.
A pesar de las nuevas alertas por polución lanzadas este invierno, sobre todo desde el encendido de las calderas a principios de mes, China ha reducido la contaminación este año: hasta un 40 por ciento las emisiones de dióxido de azufre y un 19 por ciento las de partículas PM 2,5, a tenor de los datos oficiales.
Pero, después de más de tres décadas de frenetismo desarrollismo, la contaminación es el problema más grave al que se enfrenta el país, por encima de sus desigualdades sociales y la falta de libertades. Como ocurre estos días en Pekín, las grandes ciudades de la industrializada costa se encuentran cubiertas por una espesa nube que cubre el cielo y eclipsa el sol. La polución está tan extendida que el 70 por ciento de la población china estuvo en 2012 expuesto a unos niveles superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de partículas PM 2,5. Según los últimos informes oficiales, la contaminación se cobra cada año 1,4 millones de vidas, condenando además a varias generaciones que, en buena medida, se juegan su futuro en la Cumbre del Clima de París.
A pesar de las nuevas alertas por polución lanzadas este invierno, sobre todo desde el encendido de las calderas a principios de mes, China ha reducido la contaminación este año: hasta un 40 por ciento las emisiones de dióxido de azufre y un 19 por ciento las de partículas PM 2,5, a tenor de los datos oficiales.
Pero, después de más de tres décadas de frenetismo desarrollismo, la contaminación es el problema más grave al que se enfrenta el país, por encima de sus desigualdades sociales y la falta de libertades. Como ocurre estos días en Pekín, las grandes ciudades de la industrializada costa se encuentran cubiertas por una espesa nube que cubre el cielo y eclipsa el sol. La polución está tan extendida que el 70 por ciento de la población china estuvo en 2012 expuesto a unos niveles superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de partículas PM 2,5. Según los últimos informes oficiales, la contaminación se cobra cada año 1,4 millones de vidas, condenando además a varias generaciones que, en buena medida, se juegan su futuro en la Cumbre del Clima de París.
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