Fuente: El País ( España)
La batalla de Bolivia con Chile para lograr una salida al mar está generando un conflicto profundo en la región. Para Chile es un asunto fundamental de defensa de la soberanía y más en un momento en que la política chilena y la presidenta, Michelle Bachelet, viven sus horas más bajas de valoración ciudadana. Evo Morales ha logrado el apoyo de Ollanta Humala, el presidente peruano, que respaldó en una cumbre bilateral la reclamación de Bolivia, y Bachelet ha reaccionado con dureza: el Gobierno chileno ha suspendido una reunión bilateral entre Humala y Bachelet prevista, aunque no cerrada, la semana que viene en Paracas (Perú), en el marco de la cumbre de la Alianza del Pacífico. Bachelet acudirá a esa cumbre con normalidad , pero no se reunirá con Humala. En Chile ha sentado muy mal el inesperado apoyo de Perú a Bolivia en un asunto que está pendiente de resolución en el Tribunal de La Haya.
El martes se reunieron en Puno, a orillas del lago Titicaca, Morales y Humala en una cumbre bilateral, y al finalizar emitieron un comunicado en el que el peruano daba un respaldo clarísimo a la salida al mar de Bolivia, un asunto que está generando una gran simpatía en todo el continente y ha sido apoyado por el expresidente uruguayo José Mujica. La nota señalaba que Perú “mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia. En ese contexto, los mandatarios reafirmaron la significación de las normas del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en particular, el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias”.
Morales enseguida tradujo políticamente ese apoyo expreso. “A nombre del pueblo boliviano debo expresar una enorme satisfacción al pueblo peruano y al presidente Humala por la solidaridad y el respaldo al tema del mar, que es una reivindicación del pueblo boliviano”, aseguró. La nota sentó muy mal en Chile porque, aseguran, otros intentos de arreglar este asunto han fallado precisamente porque los peruanos no aceptan renunciar también a una parte de su soberanía para resolver el conflicto.
Bachelet se mantiene de momento prudente en público, pero mandó a su canciller, Heraldo Muñoz, a mostrar su enfado. Muñoz, en tono muy poco diplomático, pidió a Perú y Bolivia que clarifiquen la declaración conjunta. “No nos queda clara la redacción, porque hay una mención, una referencia en el uso de la fuerza que no atinamos a entender. Luego, sin embargo, hay que valorar que se subraye el significado y la importancia del derecho internacional”, aseguró. La tensión sigue creciendo y el gesto más evidente es la decisión de Bachelet de no reunirse con Humala en Perú.
No solo Bachelet tiene problemas internos. Humala atraviesa el momento más delicado de su mandato, con su imagen y la de su esposa y posible sucesora hundida en las encuestas. Según IPSOS, Humala tiene un 17 % de aceptación, mientras que la primera dama Nadine Heredia tiene un 15%. Diversos escándalos por financiación de su campaña y los gastos de su esposa, y la crisis por la revuelta campesina contra una explotación minera en la zona de Tía María han llevado a Humala a una situación complicada. Morales no sufre este desgaste aunque sí su partido, que en las últimas elecciones locales tuvo un mal resultado. Todos los gobiernos se acusan entre sí de utilizar el asunto de la salida al mar de Bolivia para desviar la atención de sus problemas internos, pero lo cierto es que el problema parece lejos de una solución.
El martes se reunieron en Puno, a orillas del lago Titicaca, Morales y Humala en una cumbre bilateral, y al finalizar emitieron un comunicado en el que el peruano daba un respaldo clarísimo a la salida al mar de Bolivia, un asunto que está generando una gran simpatía en todo el continente y ha sido apoyado por el expresidente uruguayo José Mujica. La nota señalaba que Perú “mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia. En ese contexto, los mandatarios reafirmaron la significación de las normas del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en particular, el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias”.
Morales enseguida tradujo políticamente ese apoyo expreso. “A nombre del pueblo boliviano debo expresar una enorme satisfacción al pueblo peruano y al presidente Humala por la solidaridad y el respaldo al tema del mar, que es una reivindicación del pueblo boliviano”, aseguró. La nota sentó muy mal en Chile porque, aseguran, otros intentos de arreglar este asunto han fallado precisamente porque los peruanos no aceptan renunciar también a una parte de su soberanía para resolver el conflicto.
Bachelet se mantiene de momento prudente en público, pero mandó a su canciller, Heraldo Muñoz, a mostrar su enfado. Muñoz, en tono muy poco diplomático, pidió a Perú y Bolivia que clarifiquen la declaración conjunta. “No nos queda clara la redacción, porque hay una mención, una referencia en el uso de la fuerza que no atinamos a entender. Luego, sin embargo, hay que valorar que se subraye el significado y la importancia del derecho internacional”, aseguró. La tensión sigue creciendo y el gesto más evidente es la decisión de Bachelet de no reunirse con Humala en Perú.
No solo Bachelet tiene problemas internos. Humala atraviesa el momento más delicado de su mandato, con su imagen y la de su esposa y posible sucesora hundida en las encuestas. Según IPSOS, Humala tiene un 17 % de aceptación, mientras que la primera dama Nadine Heredia tiene un 15%. Diversos escándalos por financiación de su campaña y los gastos de su esposa, y la crisis por la revuelta campesina contra una explotación minera en la zona de Tía María han llevado a Humala a una situación complicada. Morales no sufre este desgaste aunque sí su partido, que en las últimas elecciones locales tuvo un mal resultado. Todos los gobiernos se acusan entre sí de utilizar el asunto de la salida al mar de Bolivia para desviar la atención de sus problemas internos, pero lo cierto es que el problema parece lejos de una solución.
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