Cubre la mayor parte del planeta, y sin embargo el océano es uno de los medios geográficos menos conocidos, una frontera que se difumina en la penumbra. Los científicos dicen que solo hay
un océano de ámbito planetario, pero el común de los mortales hablamos de varios: Atlántico, Pacífico, Índico…
Unas imprecisas líneas divisorias que separan las cuencas oceánicas –reconocidas formalmente en 1928– y que han permanecido en gran medida invariables. «Las fronteras son un reflejo de la geopolítica», no de la auténtica circulación del agua, afirma el matemático Gary Froyland, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia. Él y Erik van Sebille, oceanógrafo del Imperial College de Londres, han propuesto un nuevo mapa que traza de nuevo unas fronteras basadas en el conocimiento actual de las corrientes, de las cuencas oceánicas naturales y de su relación con un acuciante problema medioambiental: la basura.
Desde hace decenios plásticos y otros residuos flotan a la deriva en los océanos, formando inmensas islas flotantes de basura arrastradas por potentes corrientes conocidas como giros oceánicos. Las fronteras revisadas por Froyland y van Sebille se centran en esas áreas contaminadas, la mayor de las cuales flota entre Hawai y California. Las investigaciones podrían ayudar a identificar el origen de parte de esa basura. En otras palabras, a poner nombre a los diferentes países responsables de verterla al mar.
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