Fuente: Desinformémonos.
Todo parece indicar que, en Colombia, la construcción de presas y la práctica de la minería ilegal modifican drásticamente los ecosistemas ante la mirada complaciente del gobierno en turno. El Río Sambingo desaparece y el Río Magdalena es hoy un simple lago en el que no hay ni un ecosistema sustentable.
El río Magdalena es el río más caudaloso del país y en sus partes altas tiene un caudal de entre 300 y 500 metros cúbicos por segundo, especialmente en la parte donde la hidroeléctrica El Quimbo se encuentra en operación. La construcción de esta hidroeléctrica hizo que el río se convirtiera en un embalse y en consecuencia, que su ecosistema se transformara, y hoy es, en efecto, un simple lago en el que no hay vida ni un ecosistema sustentable, expone Xiomara Taborda en el portal Biodiversidad en América Latina y el Caribe.
Siendo el río un ecosistema, su desvío y la construcción de la hidroeléctrica provocó la extinción de varias especies, de igual manera generó cambios en el clima de la región del sur occidente del Huila, lo que afectó la vida de las poblaciones y comunidades que vivían cerca del mismo.
El caso más reciente, que muestra las graves afectaciones ambientales, es lo ocurrido con la desaparición del Río Sambingo en el departamento del Cauca, lo cual fue reportado con imágenes, por tropas del ejército, quienes prendieron las alertas respecto a la extrema situación de las fuentes hídricas del Macizo colombiano.
Desde que se dejaron sentir fuertes los efectos del fenómeno del Niño, los medios y la comunidad en general concentraron sus miradas en los niveles de los dos ríos más importantes del país: El Magdalena y el Cauca y, mientras los reflectores apuntaban a mostrar los bajos caudales de esos afluentes, en una apartada región, desaparecía todo un río.
El descubrimiento fue hecho por las autoridades, quienes el pasado 22 de enero desarrollaron una operación contra la minería ilegal en el departamento de Cauca. Militares de la Tercera División del Ejército apoyados por la Fuerza Aérea y la Fiscalía llegaron hasta zonas apartadas de los municipios de Mercaderes, Bolívar y Almaguer. Todos localizados en la zona sur occidental de ese departamento reporta el portal Asociación de Cabildos Indígenas al norte del Cauca.
Pero la verdadera sorpresa de las autoridades no fue encontrar maquinaria pesada y cientos de hombres y mujeres escarbando la tierra en busca de chispitas brillantes, sino observar las dantescas imágenes de desolación y sequía. “No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
La descripción que hacía el uniformado no era para menos. Lo que él y sus compañeros vieron desde el aire fue el cauce seco de uno de los ríos más caudalosos e importantes de la región: el río Sambingo.
Ese afluente, que hace parte de la cuenca hidrológica más importante del Pacífico caucano, es tributario del Patía, otro mítico río de la región. Antes de desembocar al océano, ambos recorren casi 150 kilómetros de montañas, cañones y bosque tropical.
En las imágenes de sequía del afluente se observa claramente que no sólo el fenómeno de El Niño es el responsable. A lo largo de su árido cauce se observan enormes grietas de volcán que no son otra cosa que las zanjas producto de la explotación minera ilegal.
A través de un comunicado, el Ejército confirmó que en el lugar fueron encontradas cinco máquinas retroexcavadoras, una clasificadora y otros elementos de extracción estimados en 400 millones de pesos, una cifra irrisoria comparada con los tres mil millones aproximados que los delincuentes devengaban por la mina mensualmente, destacaron medios locales.
“Para la recuperación de la zona, se requerirían cerca de 100 mil millones, lo que equivale a la construcción de cerca de tres mil viviendas de interés social y casi 100 años de trabajo ambiental, para lograr la reforestación y recuperación de los niveles básicos de habitabilidad”, reza el comunicado.
“No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
“Con el desembarco de las tropas en tierra y tras un minucioso análisis y un peritaje de los alrededores, se observó la desaparición de varias especies que se extinguieron debido a esta actividad depredadora alrededor del entable minero. Así mismo, desde el aire se puede apreciar el daño causado a 360 hectáreas de bosque nativo”.
La pregunta que ahora se hacen quienes lloran la desaparición del primer río en Colombia es si el Sambingo volverá a ser el caudaloso afluente cuando retornen las lluvias.
En Colombia están dañando los ecosistemas, se están mal administrando los recursos naturales y al final quienes pagan las consecuencias son los seres vivos que habitan las regiones del país, que hoy por hoy se debaten entre la soberanía ambiental y el olvido del Estado sobre las fuentes del recurso más preciado para la humanidad: el agua.
Todo parece indicar que, en Colombia, la construcción de presas y la práctica de la minería ilegal modifican drásticamente los ecosistemas ante la mirada complaciente del gobierno en turno. El Río Sambingo desaparece y el Río Magdalena es hoy un simple lago en el que no hay ni un ecosistema sustentable.
El río Magdalena es el río más caudaloso del país y en sus partes altas tiene un caudal de entre 300 y 500 metros cúbicos por segundo, especialmente en la parte donde la hidroeléctrica El Quimbo se encuentra en operación. La construcción de esta hidroeléctrica hizo que el río se convirtiera en un embalse y en consecuencia, que su ecosistema se transformara, y hoy es, en efecto, un simple lago en el que no hay vida ni un ecosistema sustentable, expone Xiomara Taborda en el portal Biodiversidad en América Latina y el Caribe.
Siendo el río un ecosistema, su desvío y la construcción de la hidroeléctrica provocó la extinción de varias especies, de igual manera generó cambios en el clima de la región del sur occidente del Huila, lo que afectó la vida de las poblaciones y comunidades que vivían cerca del mismo.
El caso más reciente, que muestra las graves afectaciones ambientales, es lo ocurrido con la desaparición del Río Sambingo en el departamento del Cauca, lo cual fue reportado con imágenes, por tropas del ejército, quienes prendieron las alertas respecto a la extrema situación de las fuentes hídricas del Macizo colombiano.
Desde que se dejaron sentir fuertes los efectos del fenómeno del Niño, los medios y la comunidad en general concentraron sus miradas en los niveles de los dos ríos más importantes del país: El Magdalena y el Cauca y, mientras los reflectores apuntaban a mostrar los bajos caudales de esos afluentes, en una apartada región, desaparecía todo un río.
El descubrimiento fue hecho por las autoridades, quienes el pasado 22 de enero desarrollaron una operación contra la minería ilegal en el departamento de Cauca. Militares de la Tercera División del Ejército apoyados por la Fuerza Aérea y la Fiscalía llegaron hasta zonas apartadas de los municipios de Mercaderes, Bolívar y Almaguer. Todos localizados en la zona sur occidental de ese departamento reporta el portal Asociación de Cabildos Indígenas al norte del Cauca.
Pero la verdadera sorpresa de las autoridades no fue encontrar maquinaria pesada y cientos de hombres y mujeres escarbando la tierra en busca de chispitas brillantes, sino observar las dantescas imágenes de desolación y sequía. “No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
La descripción que hacía el uniformado no era para menos. Lo que él y sus compañeros vieron desde el aire fue el cauce seco de uno de los ríos más caudalosos e importantes de la región: el río Sambingo.
Ese afluente, que hace parte de la cuenca hidrológica más importante del Pacífico caucano, es tributario del Patía, otro mítico río de la región. Antes de desembocar al océano, ambos recorren casi 150 kilómetros de montañas, cañones y bosque tropical.
En las imágenes de sequía del afluente se observa claramente que no sólo el fenómeno de El Niño es el responsable. A lo largo de su árido cauce se observan enormes grietas de volcán que no son otra cosa que las zanjas producto de la explotación minera ilegal.
A través de un comunicado, el Ejército confirmó que en el lugar fueron encontradas cinco máquinas retroexcavadoras, una clasificadora y otros elementos de extracción estimados en 400 millones de pesos, una cifra irrisoria comparada con los tres mil millones aproximados que los delincuentes devengaban por la mina mensualmente, destacaron medios locales.
“Para la recuperación de la zona, se requerirían cerca de 100 mil millones, lo que equivale a la construcción de cerca de tres mil viviendas de interés social y casi 100 años de trabajo ambiental, para lograr la reforestación y recuperación de los niveles básicos de habitabilidad”, reza el comunicado.
“No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
“Con el desembarco de las tropas en tierra y tras un minucioso análisis y un peritaje de los alrededores, se observó la desaparición de varias especies que se extinguieron debido a esta actividad depredadora alrededor del entable minero. Así mismo, desde el aire se puede apreciar el daño causado a 360 hectáreas de bosque nativo”.
La pregunta que ahora se hacen quienes lloran la desaparición del primer río en Colombia es si el Sambingo volverá a ser el caudaloso afluente cuando retornen las lluvias.
En Colombia están dañando los ecosistemas, se están mal administrando los recursos naturales y al final quienes pagan las consecuencias son los seres vivos que habitan las regiones del país, que hoy por hoy se debaten entre la soberanía ambiental y el olvido del Estado sobre las fuentes del recurso más preciado para la humanidad: el agua.
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