Fuente: AFP.
Los pronunciamientos de Donald Trump, el multimillonario precandidato a la Casa Blanca, en contra de los inmigrantes ilegales le hicieron perder contratos en Estados Unidos, pero fuera de fronteras la polémica no ha ahuyentado a sus socios en los negocios inmobiliarios.
Cuando en junio Donald Trump calificó de delincuentes a la mayoría de los mexicanos clandestinos, empresas y asociaciones estadounidenses (NBC, Macy's, una liga de golf, etcétera) rompieron con el magnate inmobiliario. Pero aquellas palabras no tuvieron demasiado impacto en Asia y Suramérica, donde los promotores pagaron elevadas sumas por colocar en sus edificios el cartel Trump, símbolo de lujo.
“Eso no tuvo absolutamente ningún impacto”, aseguró Juan Di Salvo, director comercial de la futura Trump Tower de Punta del Este prevista para 2017.
Destinados a los “ricos y famosos”, la mitad de los departamentos ya fueron vendidos, la mayoría a argentinos, afirma Di Salvo. Y los 97 trabajadores de la obra no tienen la menor intención de protestar, según un dirigente sindical.
“No necesitamos estar de acuerdo con lo que se le ocurra decir a Trump. Sólo queremos conservar nuestros empleos”, afirmó el dirigente del sindicato de la construcción del Uruguay, Faustino Rodríguez.
Turquía, Corea del Sur, Filipinas India, Panamá, Brasil..., el imperio inmobiliario Trump se extiende por 12 países al margen de Estados Unidos. Cinco campos de golf y doce complejos de viviendas, ocho de los cuales en construcción: torres residenciales o mixtas (residenciales/hoteles), con algunos proyectos de oficinas.
Sus elementos en común son la altura, una arquitectura y una decoración brillantes y un nombre, Trump, por el que se pagan derechos. El propio multimillonario no suele invertir a menudo en los inmuebles, construidos y administrados por promotores locales.
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