Tras el histórico abrazo con el patriarca Cirilo en Cuba, Francisco llegó a suelo azteca. El Papa dijo que las autoridades deben trabajar para ofrecer a las personas “accesos efectivos a los bienes materiales y espirituales indispensables”. Gran repercusión popular.
Francisco, con un sombrero mexicano, saluda a los feligreses en el Zócalo de la ciudad, junto al cardenal Norberto Rivera y el nuncio papal Pierre. |@ AP
El papa Francisco cumplió su primer día de visita a México, donde permanecerá hasta el próximo miércoles, cumpliendo una extenuante misión en 4 estados del país azteca y en varias ciudades.
La misión pastoral de 5 días estará enmarcada en los problemas de violencia, narcotráfico, migración y pobreza como focos centrales.
Como era de esperar, una multitud de fieles, y muchos que no lo son, se volcó a las calles y al Zócalo de la ciudad para ver al pontífice, quien en varios momentos se acercó a la gente, superando las previsiones de la guardia papal y los servicios de seguridad mexicanos.
Francisco y su comitiva realizaron varias audiencias y visitas, y al final de la jornada el siervo de Dios presidía una imponente misa en la venerada basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
Al mediodía había sido recibido por el presidente Enrique Peña Nieto, en el Palacio Nacional, en una ceremonia que incluyó la presencia de mariachis y bailarines folclóricos. Fue su primera actividad oficial.
En esas circunstancias, y luego de escuchar las palabras de bienvenida del mandatario, el obispo de Roma pronunció su primer discurso en suelo azteca.
Su mensaje estuvo enfocado en la responsabilidad social de las autoridades, llamando a los políticos políticos a trabajar para ofrecer a las personas “accesos efectivos a los bienes materiales y espirituales indispensables”.
“A los dirigentes de la vida política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándolos a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz”, afirmó el jefe de la Iglesia Católica.
Francisco agregó que “esto no es sólo asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras siempre necesarias, son necesidades urgentes de formación de responsabilidad accional de cada uno, con pleno respeto del otro. Corresponde a la causa común de promover el desarrollo nacional”.
“Le aseguro, señor Presidente, que en este esfuerzo el Gobierno mexicano puede contar con la colaboración de la Iglesia Católica, que ha a acompañado la vida de esta nación y que renueva su compromiso de voluntad y servicio a la gran causa de dos mundos: la edificación de la civilización del amor”, enfatizó.
"Luz y guía"
El presidente Enrique Peña Nieto aseguró que las causas del papa Francisco son también las causas de México.
Al dar la bienvenida oficial, el mandatario mexicano le dijo que la vocación de México es por la paz, la fraternidad y la justicia.
“Su peregrinar será luz y guía para millones de mexicanos”, mencionó el jefe de Estado.
El pueblo de México está emocionado y “reconoce al líder sensible y visionario que se está acercando a las nuevas generaciones”, añadió el titular del Ejecutivo.
En el patio central del Palacio Nacional, el mandatario aseveró que “Francisco es un Papa reformador en la Iglesia Católica, que va al encuentro de la gente” y mencionó que su presencia en México contribuye a reafirmar nuestra voluntad colectiva por la paz y la fraternidad, por la paz y la justicia”, porque “las causas del Papa son también las causas de México”.
Le dijo también al jefe del Estado Vaticano que su peregrinar del Papa será histórico, y guía para millones de mexicanos. Hizo notar que, si bien el Pontífice dejará su marca en los mexicanos, también “México dejará una profunda huella en el corazón del Papa”.
Antes, a la llegada del Pontífice a Palacio Nacional, al pie del papamóvil Su Santidad fue recibido por el presidente,acompañado por su esposa Angélica Rivera de Peña.
Como parte de la ceremonia se entonaron los himnos nacionales de México y del Vaticano, seguido de la presentación de las comitivas presidencial y del Santo Padre.
Ambos jefes de Estado sostuvieron una reunión privada en el despacho presidencial, donde intercambiaron obsequios. Peña Nieto le entregó un par de artesanías del Estado de México y un rosario.
A la reunión del Palacio Nacional asistieron los presidentes de los tres principales partidos políticos: PAN, PRI y PRD. Además, había 2 mil invitados especiales.
“Se ve, se siente...”
El Papa llegó a la ciudad de México bien entrada la noche del viernes. A unos kilómetros del aeropuerto, miles de personas salieron a las calles para ver el paso de la comitiva papal. “¡Se ve, se siente, el Papa está presente!”, gritaban los feligreses, ubicados sobre la avenida Bicentenario.
“Va a hablarnos fuerte, en México hay muchos problemas económicos y de inseguridad; hay mucho egoísmo y él viene con un mensaje también de paz y esperanza, que necesitamos”, dijo Tania Vásquez, ama de casa.
Unos días antes de su viaje al país, el propio Francisco señaló que no le daría la vuelta a los problemas que enfrenta México, como la violencia, la corrupción y el narcotráfico.
Inclusive antes de arribar, transmitió un mensaje por la masacre del penal de Monterrey, ofreciendo sufragios al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y ofreciendo su pésame a los familiares.
“Quisimos mucho a Juan Pablo y lo vimos pasar en varias ocasiones por estas calles, ahora queremos ver al primer papa latinoamericano que nos visita”, dijo Carlos García, jubilado de 85 años. “México necesita mucho el mensaje del Papa”, señaló.
El paso que se dio en 1992
Las relaciones entre México y la Santa Sede registraron ayer una fecha que hará historia. La entrada del Papa en el Palacio Nacional, uno de los escenarios del poder laico mexicano, marca la culminación de un proceso lento y agitado que dio comienzo en 1992, cuando México reanudó relaciones diplomáticas con el Vaticano.
El acercamiento, largamente negociado, lo puso en marcha el presidente Carlos Salinas de Gortari con una reforma constitucional. Salinas actuó guiado por la comprobación de que no sólo el país era fuertemente católico, sino que los núcleos anticlericales que aún sobrevivían en el PRI se habían convertido en un apéndice inútil, que poco servía a la retórica oficialista.
Al dar la bienvenida oficial, el mandatario mexicano le dijo que la vocación de México es por la paz, la fraternidad y la justicia.
“Su peregrinar será luz y guía para millones de mexicanos”, mencionó el jefe de Estado.
El pueblo de México está emocionado y “reconoce al líder sensible y visionario que se está acercando a las nuevas generaciones”, añadió el titular del Ejecutivo.
En el patio central del Palacio Nacional, el mandatario aseveró que “Francisco es un Papa reformador en la Iglesia Católica, que va al encuentro de la gente” y mencionó que su presencia en México contribuye a reafirmar nuestra voluntad colectiva por la paz y la fraternidad, por la paz y la justicia”, porque “las causas del Papa son también las causas de México”.
Le dijo también al jefe del Estado Vaticano que su peregrinar del Papa será histórico, y guía para millones de mexicanos. Hizo notar que, si bien el Pontífice dejará su marca en los mexicanos, también “México dejará una profunda huella en el corazón del Papa”.
Antes, a la llegada del Pontífice a Palacio Nacional, al pie del papamóvil Su Santidad fue recibido por el presidente,acompañado por su esposa Angélica Rivera de Peña.
Como parte de la ceremonia se entonaron los himnos nacionales de México y del Vaticano, seguido de la presentación de las comitivas presidencial y del Santo Padre.
Ambos jefes de Estado sostuvieron una reunión privada en el despacho presidencial, donde intercambiaron obsequios. Peña Nieto le entregó un par de artesanías del Estado de México y un rosario.
A la reunión del Palacio Nacional asistieron los presidentes de los tres principales partidos políticos: PAN, PRI y PRD. Además, había 2 mil invitados especiales.
“Se ve, se siente...”
El Papa llegó a la ciudad de México bien entrada la noche del viernes. A unos kilómetros del aeropuerto, miles de personas salieron a las calles para ver el paso de la comitiva papal. “¡Se ve, se siente, el Papa está presente!”, gritaban los feligreses, ubicados sobre la avenida Bicentenario.
“Va a hablarnos fuerte, en México hay muchos problemas económicos y de inseguridad; hay mucho egoísmo y él viene con un mensaje también de paz y esperanza, que necesitamos”, dijo Tania Vásquez, ama de casa.
Unos días antes de su viaje al país, el propio Francisco señaló que no le daría la vuelta a los problemas que enfrenta México, como la violencia, la corrupción y el narcotráfico.
Inclusive antes de arribar, transmitió un mensaje por la masacre del penal de Monterrey, ofreciendo sufragios al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y ofreciendo su pésame a los familiares.
“Quisimos mucho a Juan Pablo y lo vimos pasar en varias ocasiones por estas calles, ahora queremos ver al primer papa latinoamericano que nos visita”, dijo Carlos García, jubilado de 85 años. “México necesita mucho el mensaje del Papa”, señaló.
El paso que se dio en 1992
Las relaciones entre México y la Santa Sede registraron ayer una fecha que hará historia. La entrada del Papa en el Palacio Nacional, uno de los escenarios del poder laico mexicano, marca la culminación de un proceso lento y agitado que dio comienzo en 1992, cuando México reanudó relaciones diplomáticas con el Vaticano.
El acercamiento, largamente negociado, lo puso en marcha el presidente Carlos Salinas de Gortari con una reforma constitucional. Salinas actuó guiado por la comprobación de que no sólo el país era fuertemente católico, sino que los núcleos anticlericales que aún sobrevivían en el PRI se habían convertido en un apéndice inútil, que poco servía a la retórica oficialista.
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